Mientras seguimos centrando políticas públicas en la infancia —sin duda relevante—, ignoramos que serán las personas mayores quienes marcarán el rostro demográfico del país en las próximas décadas. Y, aun así, la tan esperada Ley Integral de las Personas Mayores lleva 4 años durmiendo en el Parlamento.
La pérdida de roles tradicionales asociados a la virilidad y la productividad desempeña un papel crucial en esta problemática. Los hombres mayores que crecieron bajo normas patriarcales rígidas experimentan la vejez no solo como una disminución física, sino como una pérdida simbólica de su poder social y una erosión de su identidad masculina.
Durante décadas, se ha tendido a encuadrar el abuso sexual como un problema que afecta a mujeres jóvenes, en la cúspide de su vida reproductiva. Sin embargo, el caso de Pelicot evidencia que las mujeres mayores también son víctimas, a menudo invisibilizadas, de una violencia brutal que no se detiene ante la vejez ni el tiempo.