Lamentablemente, surgen con frecuencia propuestas en el ámbito económico que, por su estulticia inherente, resisten poco o nada de análisis. Tal es el caso del denominado impuesto al patrimonio o a los “súper ricos”, el cual no grava la generación de riqueza, sino la riqueza ya acumulada, esto es, el patrimonio o propiedad de la persona.