"Aunque la economía mundial se estabilice en los próximos dos años, se prevé que las economías en desarrollo avancen más lentamente a la hora de alcanzar los niveles de renta de las economías avanzadas", ha indicado.
Las consecuencias de esta doble discriminación son devastadoras. Económicamente, muchas mujeres mayores enfrentan pensiones que no les permiten subsistir con dignidad, reflejo de una vida laboral marcada por la desigualdad.
Tras la crisis por COVID-19, no sólo retrocedió un proceso de desarrollo regional que hasta entonces iba al alza, sino que además se puso fin al lento pero seguro tránsito de convergencia interregional (es decir, la reducción de distancia entre las regiones más y menos aventajadas).