A un mes de una segunda elección de gobernadores regionales, el balance no parece ser optimista. Se debe reconocer que como autoridades no han tenido un rol vistoso, lo que se demuestra en el escaso interés de la ciudadanía en su elección. Para ser justos, esto era previsible, considerando el diseño ambiguo y transaccional con el cual se terminó aprobando la ley.