Las características monopólicas u oligopólicas de las telecomunicaciones no han cambiado. Éstas se fundamentan en la existencia de grandes economías de escala para construir la infraestructura física en la que se apoya, situación que sigue vigente. Sin embargo, la LGT regula el mercado asociando infraestructura al servicio telefónico, uno más entre muchos,
justamente el que hoy tiene más sustitutos y competencia. Claramente este enfoque distorsiona la asignación de recursos.
Chile debería reducir el plazo de las concesiones espectrales de los treinta años actuales a quince, por ejemplo, el promedio actual en Europa. El ritmo de cambio y de innovaciones tecnológicas impone plazos mucho más cortos para reasignar el espectro a estas nuevas posibilidades.
No ha funcionado, en primer lugar, porque sólo tres empresas de telecomunicaciones tienen la cobertura nacional de enlaces para participar en estas licitaciones, reduciendo las opciones del comprador.