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Iván Pino |
En un mundo donde la única constante es el cambio, las empresas ya no pueden darse el lujo de ser solo resilientes. La resiliencia nos ha permitido resistir las crisis, pero la antifragilidad nos permite crecer con ellas. En un entorno de "permarriesgo", donde las crisis no solo son constantes, sino simultáneas y cada vez más impredecibles, la capacidad de anticiparse y transformar la incertidumbre en ventaja se ha convertido en el verdadero diferenciador competitivo.