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Andrés Rebolledo |
En el corazón de la transición energética en América Latina, Chile se erige como un laboratorio natural para la movilidad sostenible. Con su matriz energética cada vez más limpia y una alta penetración de energías renovables, está en una posición privilegiada para liderar la descarbonización del transporte.
En el siglo XXI, el acceso a la energía debería ser tan incuestionable como el acceso al agua potable o a la educación. Sin embargo, seguimos tratándola como un servicio, sin reconocerla plenamente como un derecho humano esencial para una vida digna y un pilar de la justicia social. Esta visión perpetúa la desigualdad y debilita una transición energética justa.
Tras el apagón que afectó a gran parte de Chile en febrero, es necesario analizar el panorama en la región e implementar cursos de acción a seguir. Vemos que Ecuador y Cuba han tenido situaciones similares, mientras que en Argentina, Brasil y Honduras, también se han registrado interrupciones de suministro parciales.