​Señores Políticos

|

Carlos Mladinic


Los “señores políticos”, de esa forma y en tono muy despectivo se refería Pinochet a todos aquellos que tenían ideas políticas o militaban en algún partido. Esas críticas las acompañaba con todo el peso que entonces tenía en la casi totalidad de los medios de comunicación escrita y en la radio y la televisión.

Con el retorno a la democracia resultó muy común ver u oír referirse a los políticos de derecha hablar de “los políticos” como en tercera persona. Sin duda era un resabio que les quedó de Pinochet que de hecho continuaba siendo objeto de admiración para la mayoría de ellos. Fue tanto que uno de sus más destacados políticos hizo campaña presidencial utilizando esta fórmula. Y como tuvo un resultado inesperadamente bueno incluso empezaron a copiar esa práctica los políticos ya no sólo de derecha sino que también de centro e izquierda.

Situaciones surgidas en los últimos años, pero que se arrastraban de hace bastante tiempo, han puesto al descubierto prácticas desarrolladas por políticos que la ciudadanía rechazó con indignación como era de esperarse. Esto, probablemente sumado al término de la obligación de votar, ha implicado una merma importante en la concurrencia de la ciudadanía a las urnas.

También ha influido un suerte de complicidad entre los diferentes medios de comunicación y las instituciones que periódicamente emiten encuestas de opinión donde pareciera ser que se otorga más valor a lo que se obtiene de una encuesta, limitada y con algún sesgo por definición, en comparación con el valor que tiene el voto emitido periódicamente en elecciones secretas e informadas. Es común escuchar opiniones del tipo “la gente no quiere tal cosa o tal otra” basada en una encuesta de opinión, o “la calle opina” viendo lo que ha sucedido en tal o cual manifestación pero se considera menos el valor de las elecciones muchísimo más universales, aún con la abstención que se ha visto en los últimos procesos, que cualquier encuesta.

Hago este preámbulo para comentar las críticas que he escuchado o leído al sin duda muy importante acuerdo político alcanzado en los salones del Congreso Nacional en la madrugada del viernes pasado. Algunos se preguntaban si era esto lo que quería “la calle”. O si será esto lo que esperaba “la gente”. Y otros decían si se puede considerar válido un acuerdo tomado entre “cuatro paredes” por “los políticos” (Ahora le quitan el elegante “señores” que le agregaba Pinochet)

Me gustaría hacerme cargo de esas críticas. Si nos basamos en la última elección, hace menos de dos años, de la Cámara de Diputados, y restamos los votos de los partidos que no suscriben explícitamente el acuerdo, como PC y FRVS, y también descontamos la votación de Unión Patriótica y del PRO, quedamos que detrás de quienes respaldan el acuerdo hay 5.101.691 chilenos y chilenas. Quienes estuvieron hasta altas horas de la noche intentando llegar a un acuerdo no lo hacían a título personal sino que lo hacían en cuanto son REPRESENTANTES del pueblo que los eligió. Tienen detrás suyo el respaldo de más de cinco millones de electores, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, de todos los rincones del territorio nacional. Esa cifra a lo menos cuadruplica el número de participantes de la mayor manifestación de los últimos años. Por cierto es muchísimo mejor muestra que la que puede entregar cualquier encuesta. Por de pronto yo voté en esa elección y si bien mi candidato no fue electo, me siento totalmente representado. Además me sentí tremendamente orgulloso de ver como mis representantes, a quién yo como muchos hemos confiado esa tarea, hacían la pega, hacían POLÏTICA. ¿O acaso no los elegimos para que hagan eso?

La otra crítica es que lo hicieron entre “cuatro paredes”. Las “cuatro paredes” a las que se refieren es, ni más ni menos, el edificio que albergó nuestro Congreso Nacional desde 1901 hasta su oprobioso cierre en septiembre de 1973. Que sepan todos que entre esas cuatro paredes entre muchas otras cosas, durante el gobierno de Arturo Alessandri se aprobó la Constitución Política de 1925; la ley que creaba el Banco Central y la ley de patrimonio exclusivo de la mujer casada. Y que en 1939 se discutía y aprobada, bajo la presidencia de Pedro Aguirre Cerda, la Ley n° 6.334 que crea la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo). También de esas cuatro paredes salió la ley de Sindicalización Campesina bajo el Gobierno de Frei Montalva y dentro de esas cuatro paredes el Congreso Pleno en Octubre de 1970 eligió a Salvador Allende como Presidente de Chile y después vio cómo se promulgaba en 1971 la Ley de Nacionalización del cobre. Por tanto se debe exigir respeto cuando se hable de esas “cuatro paredes”.

Y cuando se critique que este acuerdo no ha tomado la opinión de “la calle” o de “la gente” que se diga con toda claridad que SI está representado el pueblo en ese acuerdo pues está firmado por sus legítimos representantes. Que son elegidos por un sistema conocido, que lo son por un plazo definido, que sus lecciones son controladas por apoderados de todos los partidos, que cualquiera que se sienta engañado puede reclamar ante un tribunal electoral. ¿Cuántas de las organizaciones que los critican pueden exhibir eso? ¿Es claro como se eligen sus dirigentes? ¿Cómo se renuevan? ¿A cuántos representan? Ustedes señores parlamentarios, “señores políticos”, pueden plantarse ante al país porque si pueden responder todas esas preguntas.

Solo les pido, para que sigan contando con todo mi respeto y de seguro el de todos los demás chilenos que contribuyeron a su elección, que no se dejen “ningunear”. Que las horas de campaña que debieron destinar a recurrir sus distritos, que los kilómetros que tuvieron que recorrer para llevar su mensaje a lugares muy alejados a veces, que los millones de votos que lo respaldan, pesan mucho más que un puñado de gritos callejeros. Sigan representándonos. Sigan haciendo política. Así los queremos ver. Así se lo agradeceremos.



Carlos Mladinic

Economista , ex ministro, director de empresas.

europapress