Los últimos días han marcado la “previa” de lo que será la COP 25 en nuestro país. La Cumbre por el Clima de Naciones Unidas en Nueva York, la sesión del IPCC en Mónaco, donde se finalizó el Informe Especial sobre Océanos y Criósfera, junto con las manifestaciones ciudadanas en todo el mundo lideradas por la joven activista sueca Greta Thunberg, dan cuenta de la urgente necesidad de dar respuesta a lo que clama el planeta: es hora de pasar a la acción para enfrentar la emergencia climática.
Sr. Director,La Amazonía se quema y el mundo se trenza en disputas políticas para apuntar a un responsable.El drama de la Amazonía no es otro que la clásica “Tragedia de los Comunes”, es decir, una situación en la cual los individuos, motivados solo por lo personal y actuando independiente, pero racionalmente, terminan por destruir un recurso compartido y limitado, aunque a ninguno de ellos, como individuos o en conjunto, les convenga que el recurso sea destruido.Lo que subyace tras este drama, tan recurrente en la historia de la humanidad, es la permanente tensión entre dos valores fundamentales: libertad y responsabilidad.En el drama de la Amazonía, libertad para hacer uso de sus recursos naturales como los bosques y el agua, pero sobre todo la tierra; y responsabilidad frente a la necesidad urgente del planeta de contar con un pulmón verde fundamental para absorber el carbono y mantener las corrientes atmosféricas de las cuales depende el ciclo de las precipitaciones de muchos países.Pero mientras la “Tragedia de los Comunes” consume la Amazonía, nosotros, los pobladores de este planeta, sólo buscamos a quién apuntar con el dedo.