La importancia de las autoridades de las universidades en el mundo no se pone en duda, pero tal vez lo más significativo son sus perfiles, sus conocimientos y sus aperturas a un mundo nuevo en el conocimiento y en la enseñanza cuando dichas autoridades surgen de antiguos claustros o de diferentes profesiones singulares o son personeros públicos o privados destacados en otras actividades o provienen de las familias de los sostenedores o de los dueños de las universidades, o por nominaciones políticas, sin que la mayoría de esas personas tenga una formación ad hoc y suficiente para dirigir una institución tan compleja y difundida en el mundo, a la que se le reconoce su importancia para la comunidad, que debe estar en la frontera del cambio en el conocimiento y la enseñanza, y más difícil que comprendan a las personas que han vivido día a día en un mundo de acelerados cambios tecnológicos, sociales y económicos, como son las personas que aún no llegan a los 30 años de edad.