“El cambio climático y la pérdida de variedad ecológica no son desafíos separados, sino dos caras de la misma moneda. Las comunidades tienen un rol protagónico en su resguardo, porque son ellas quienes viven el territorio, lo cuidan, lo conocen, y pueden liderar transformaciones sostenibles desde su propia cultura y realidad”, comenta Consuelo Romano, directora ejecutiva de Fundación Lepe.
Esta riqueza en biodiversidad, junto con la enormidad de atributos que nos provee, permiten el intercambio de nutrientes y agua para el desarrollo vegetal y de otros organismos y sustentan dos pilares fundamentales e interconectados: la seguridad alimentaria y la protección de la biodiversidad.
Los árboles no solo permiten obtener el oxígeno que es vital para la supervivencia, sino que también se constituyen en ecosistemas por sí mismos, siendo lugar de interacción de distintas especies, brindando biodiversidad, salud, belleza y sostenibilidad.
a educación ambiental no es simplemente un conjunto de datos sobre la biodiversidad y los problemas medioambientales, no es memorizar nombres de especies en latín ni aprender a separar la basura; es un proceso transformador que busca moldear perspectivas, actitudes y comportamientos hacia nuestro entorno, natural, construido y social.
Los investigadores solicitan que se detenga la introducción de esta especie, medida que ya han implementado otros países para resguardar su biodiversidad, en medio de una crisis global de la polinización.
Entre las principales amenazas a este patrimonio de biodiversidad natural se encuentra el cambio de uso de suelo por el desarrollo de las ciudades y áreas rurales, los efectos del cambio climático en especies y ecosistemas especialmente vulnerables, y la afectación por incendios.