Sr. Director,
La reciente aprobación de la ley que prohíbe el uso de celulares en todos los niveles educativos, salvo excepciones justificadas, busca mejorar la convivencia escolar y el rendimiento académico. Sin embargo, la medida contrasta con uno de los Objetivos de Aprendizaje Transversales, que promueve el uso de TICs para "resolver necesidades de información, comunicación, expresión y creación dentro del entorno educativo y social inmediato”, algo plenamente posible mediante un smartphone.
Es un hecho que la mayoría de los estudiantes posee un celular, herramienta que utilizan para comunicarse, entretenerse y aprender. No obstante, también expone a menores de edad a contenidos inapropiados, facilita el cyberbullying y contribuye a la difusión de episodios de violencia escolar a través de redes sociales, cuyo acceso está restringido a mayores de 13 años, restricción que muchas familias no supervisan.
La mejora del rendimiento y de la convivencia no depende únicamente de limitar el uso del celular en la escuela. Requiere un compromiso efectivo de los padres y apoderados en la formación de sus hijos, más allá de delegar esta responsabilidad al establecimiento o asistir de manera esporádica a reuniones. La responsabilidad es compartida: familia, escuela y sociedad deben abordar conjuntamente este desafío.
Moisés Neira Novoa,
Académico Facultad de Educación,
Universidad Autónoma de Chile