​Barrio Meiggs, el desafío de un “Chinatown” ordenado

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El barrio Meiggs pasa por momentos difíciles, que ponen en riesgo su fama de polo comercial; altos índices de delitos asociados a sus manzanas, alto número de delitos y conflictos entre bandas de vendedores ambulantes, se han hecho frecuentes en el barrio; una feria abierta y desregulada, donde la Ley del más fuerte puede imponerse sobre el débil orden público y planificación.

El conflicto nace con la masificación exponencial del comercio ambulante de Meiggs los últimos diez años. Hordas de clientes detrás de buenos precios ha motivado la proliferación del comercio irregular y de las bandas que “lotean” el espacio público cual concesiones, que venden productos muchas veces falsificados o sin permisos de importación, y se mueven con tal sigilo que hacen estéril el control de la autoridad.

Desde que estos terrenos fueran donados por el empresario Henry Meiggs a fines del Siglo XIX, este sector se fue consolidando como una zona de bodegaje y comercio mayorista, con terminales de granos, carga y acopios ligados al eje ferroviario de Chile. Los mercados de cereales e incluso de animales vivos, que aún persisten en una de sus manzanas, han quedado como único vestigio de su historia comercial asociada al tren.

Hoy, la importación es la base económica. El viaje desde Asia llega a los puertos de la zona central y la última milla de sus productos se diluye en un sinnúmero de camiones menores, furgones y carros de tracción humana, postales tradicionales de los Chinatowns del mundo.

Esta cadena logística de productos que se acumula en minibodegas informales, cohabita y se traslapa con la alta densidad de consumidores, generando una maraña de circulaciones humanas en veredas insuficientes y saturadas de comercio ambulante. Única solución: bajarse a la calle llamando más comercio informal, quienes poseen una sofisticada arquitectura comercial, de provechosa renta a partir del espacio público gratuito. Negocio redondo.

Todo ello en conocimiento de la autoridad, que ha otorgado “permisos” para puestos en la calle. Un absoluto contrasentido. No puedes combatir actividades ilícitas si paralelamente, y sólo a algunos, las permites previo pago.

Casos exitosos de control espacial, sanción a mafias del comercio ilegal, eficiencia de flujos y mejoramiento del espacio público, abundan en diferentes barrios comerciales del planeta y pueden implementarse con inversión público/privada. Ejemplos como Bogotá o Manhattan, independiente del presupuesto fiscal, han tenido como denominador común el brazo fuerte de la autoridad para frenar el libertinaje que se observa en Barrio Meiggs.

Como en otras zonas de Santiago, hemos dejado al desamparo la ciudad, permitiendo que se autogobierne en base a la fuerza de las mafias. No permitamos que la autoridad abandone su principal causa; imponer el derecho y la democracia, traducida en el buen uso del espacio público. Estamos a tiempo.


Rodrigo Aravena A.

Arquitecto

AGS Visión Inmobiliaria

europapress