¿Puede la agregación de minorías avasallar a la mayoría?

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Mario Astorga

En el año 2016 Trump, inesperadamente, ganó la presidencia de Estados Unidos. A la mayoría de los norteamericanos y a la comunidad internacional le parecía imposible que un candidato misógino, abiertamente anti minorías sean sexuales o raciales, machista, defensor del uso de armas por privados, antiglobalización e incrédulo del cambio climático pudiera ser electo Presidente de USA en pleno siglo XXI. En su momento mucho se responsabilizó a la manipulación de la big-data y redes sociales de su triunfo, ya que le permitió usar instrumentos para manipular la voluntad de las minorías negacionistas y conspiranoícos; es decir aquellos que son tan anti-algo que no les importa el resto del contenido de un discurso en la medida que en parte de él se valide su postura anti. Es similar a aquellos que apoyan un candidato a presidente porque una de las propuestas del programa de gobierno favorece su postura, aunque desconozca todo el resto del programa o incluso parte importante de él no sea de su agrado. Por ejemplo, en el caso de USA votaron por Trump personas que perdieron su empleo producto de la globalización y hoy son tan antiglobalización que no les importa apoyar cualquier otra propuesta extremista con tal que se apruebe un programa antiglobalización. El mundo está lleno de esos grupos extremistas militando en distintos movimientos: las minorías sexuales, el hembrismo, el ambientalismo, el animalismo, el anti-machismo, el indigenismo, el comunismo, el nazismo, el liberalismo, el conservadurismo, el anarquismo, el racismo, el paritarismo, el inclusivismo, el conspiracionismo, etc. Todas causas con fundamentos, coherentes o no, que a sus seguidores les parecen justas y buenas, pero que de ninguna manera constituyen el centro o la esencia de la vida en sociedad, aunque algunas de ellas aportan miradas muy enriquecedoras. Son grupos de personas que interactúan principalmente con otros que piensan igual, por ende, cada día se autoconvencen más de sus posturas y que se sienten tan incomodos con ser minoría, y con no lograr convencer a las mayorías de sus “visiones”, que están dispuestos a apoyar a otras minorías, igualmente extremistas, con tal de ampliar su base de sustentación en la sociedad.

Algo parecido ha ocurrido con la Convención Constituyente. La gran mayoría de los chilenos somos cristianos, reconocemos que hay vida humana que palpita en el vientre de la madre durante todo el periodo de gestación. Chile, después de un largo proceso de discusión aprobó, con muchos reparos, el aborto en tres causales; ese fue el acuerdo social del país. Esto no ocurrió ni hace 100, ni 50, ni 20 años atrás, fue hace menos de 5 años. La propuesta de Constitución, desoyendo a la mayoría nacional que somos los cristianos, aprueba el derecho de la mujer a terminar con una vida en desarrollo en cualquier momento de su embarazo. Sagazmente, para no enemistarse con la población cristiana, deja a la mayoría simple de la Cámara de Diputados (hoy controlada por los mismo que controlan la Convención) la tarea de resolver hasta qué momento la madre tiene el derecho a abortar esa vida humana que late, la Cámara podría incluso aprobar que fuese hasta los 9 meses del embarazo. En otras materias de menor importancia, como la duración de ciertos cargos, la convención fue capaz de resolver los plazos. ¿Por qué acá no y en otras partes si?

Según las encuestas la gran mayoría de los chilenos creé que la autonomía del Banco Central y su independencia del gobierno de turno ha sido responsable del importante desarrollo económico que ha tenido nuestro país. Sin embargo, el borrador de Constitución que circula establece que en algunas circunstancias el Banco Central se subordinará al Ministro de Hacienda de turno. Los chilenos más viejos, que hemos vivido inflación sobre el 100 o el 1000 por ciento, sabemos qué esta golpea mucho más fuertemente a los más pobres. Entregarle al gobierno de turno la posibilidad de aumentar el gasto público irresponsablemente y acto seguido evadir los problemas de financiamiento imprimiendo billetes es una irresponsabilidad supina.

La gran mayoría de los chilenos está consciente que nuestra institucionalidad no ha respetado suficientemente el derecho de la mujer a desarrollarse tanto como el hombre; a estudiar, a trabajar y ser remunerada en forma equitativa. Lo mismo con respecto a las diversidades sexuales y a las minorías étnicas y minusválidos, entre muchas otras minorías ignoradas o maltratadas. Aunque mucho se ha avanzado en estas materias en los últimos años queda mucho más por hacer. Sin embargo, poner en la constitución materias que son propias de un programa de gobierno es una desproporción inentendible.

La gran mayoría de los chilenos sabe que la historia democrática de nuestro país se sustenta en la existencia de 3 poderes independientes: el poder ejecutivo, el poder legislativo y el poder judicial. Solo en dictadura dichos poderes se han concentrado en una misma mano, a veces uno de los poderes ha sido totalmente obsecuente con el dictador. Sin embargo, los constituyentes nos proponen algo totalmente distinto a nuestra institucionalidad e historia democrática, nos ofrecen la posibilidad que todo el poder de nación se concentre en una sola mano, lo que fácilmente podría derivar en una dictadura, pero ahora una dictadura legítima y democrática. ¡Que audaz!

Los ciudadanos chilenos creemos que los territorios que Chile le arrebató a Bolivia y Perú fueron ganados en una guerra que Chile no inició, pero que supo ganar. Lo aprobado por la convención constituyente en el sentido de permitirle a los pueblos nativos recuperar sus territorios ancestrales es el camino más rápido para que los aborígenes de Bolivia y Perú puedan recuperar sus terrenos ancestrales. ¿Qué diferencia había hace 100 años entre los quechuas y aymarás de Chile, Perú y Bolivia? Sólo una gran inconsistencia argumental, que no tendría ningún asidero en las cortes internacionales, podría tratar de evitar el reconocimiento a indígenas de otros países de territorios hoy chilenos, que algún día sus ancestros ocuparon.

La gran mayoría los chilenos cree que Dios creó a los animales al servicio del hombre; sin embargo, una minoría logró que la nueva constitución proteja más vehementemente la vida de los animales sintientes que la vida de un humano que se está gestando en el vientre de una mujer. Esa mayoría hizo que primara el derecho de la madre a hacer lo que quiera con su útero, por sobre el derecho a la vida del ser humano en su vientre. Los animales sintientes tienen, de acuerdo a la propuesta de constitución, derecho a mejores protecciones.

Los que creemos en la democracia sabemos que debemos garantizar el derecho de las minorías a expresar su opinión, otra cosa toralmente diferente es ser incautos y permitir que un tinglado constituyente permita que la suma de distintas minorías extremas establezca los principios y normas bajo las cuales deberá guiarse la mayoría.

Chile ha sido gobernado por partidos políticos que nacieron como minorías y luego de 20-30 años de acción política lograron conquistar los votos para ser gobierno y controlar el Congreso. Pero con la Convención Constituyente no ha ocurrido así. Distintos grupos minoritarios que representan una mirada extremadamente minoritaria y a veces sesgada de la sociedad tales como los abortistas, los hembristas, los defensores de las minorías sexuales, los indigenistas, los animalistas, los ambientalistas y otros ...istas, a través de apoyar a otros …istas han logrado conseguir una mayoría de votos para incluir en la nueva constitución sus aspiraciones y no han priorizado como debieran las demandas de salud, educación y seguridad de calidad que movilizó a los ciudadanos el 19 de octubre del 2019. Al parecer ya no queda plazo para enmendar el rumbo. De aprobarse la propuesta de Nueva Constitución es posible que la agregación de minorías extremas termine avasallando a la mayoría de los chilenos.



Mario Astorga De Valenzuela

europapress