CC fiasco

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Javier FuenzalidaImagínense un herido de gravedad (Chile) que llega a un hospital y es conducido a un quirófano (el Estado) al que lo ingresa el chofer de ambulancia, el camillero, y se suman un portero, un ascensorista, la señora que trapea el piso, y una "chatera" (los políticos) que deciden intervenirlo (nuestra CC). Es el diagnóstico pos 18/10.


El Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución del 15 de noviembre de 2019, firmado por 13 políticos, entre ellos Boric, partió del supuesto, discutible, que la paz social se restablecería con una nueva constitución, para sustituir la de 1980 reformada por Lagos el 2005, quien señaló en su oportunidad "tenemos hoy por fin una Constitución democrática”. Con todo, los políticos acordaron efectuar el plebiscito del 20 de abril del 2020 con objeto de constituir la actual CC sin siquiera haber leído el proyecto de Bachelet que yace en el Congreso desde marzo del 2018.


Transcurrido 9 meses hasta el presente el resultado revela una penosa carencia de alfabetización políticas y que, al constituirse, no se le brindo el más mínimo silabario de cultura constitucional. De ahí su cuestionable autoridad intelectual de origen cuyos resultados hasta el momento son tristes.


Todos esto, bajo el supuesto de que la causante de la violencia y descontento que exploto el 18/10 es la reformada Constitución de 1980 que se resolvería dictando una nueva, ignorando que el problema no es ésta sino el desprestigio de los políticos, incapaces de conducir al país por una senda inteligente, manteniéndonos en un mísero y escuálido crecimiento económico.


Los movimientos de cintura boxeril rindió sus frutos con la creación de la CC. El round fue para los políticos y la presea, el plebiscito seguido de una elección muy democrática con 155 convencionales bien pagados. Una especie de inteligencia emocional cuya desaprobación viene creciendo de 33 % al 46 %. Se farrearon meses debatiendo el sexo de los ángeles a un costo que ya suma más $ 6.000.000.000 y que está arrastrando al propio Boric cuya aprobación va en descenso desde el 50 al 45 % después de apenas 30 días presidenciales.


Es discutible que el estancamiento económico y el descontento social se resolvería mediante la CC. Como en el ejemplo inicial, el herido está siendo intervenido por personal no habilitado, por mucho que muestren la mejor voluntad en socorrerlo. Así como se prescindió de un médico, la CC no cuenta con la inteligencia de cientistas políticos, abogados, constitucionalistas, sociólogos, antropólogos, elite cultural, economistas y otros distinguidos profesionales habilitados para esta labor, tomando como base lo que diferentes investigaciones han detectado respecto de las preferencias de la ciudadanía.


Ahora, frente a los 3 meses que restan, sin que se vislumbre humo blanco, algunos constituyentes se han acordado del proyecto de Bachelet que duerme en el Congreso. Un proyecto resultante de un ejemplar proceso, en que 200.000 ciudadanos debatieron, democráticamente, en cabildos a lo largo del país y cuyas conclusiones permitió a un grupo de expertos constitucionalistas redactar una nueva constitución.


¿Por qué razón los dirigentes que posaron para esa triste fotografía del 15 de noviembre del 2019 decidieron menospreciar ese proyecto, haciéndose los lesos y proponiendo un nuevo proceso partiendo de una hoja en blanco como de hecho lo está haciendo la CC? Mejor ni preguntar cuánto dinero se ha botado al basurero.


Como dice Condorito, exijo una explicación.

Las diversas encuestas son coincidentes. El 52 % señala que Boric va por mal camino. Definitivamente, la idea de la izquierda de privatizar la previsión no tiene adictos. El 75 % defiende la propiedad individual de los fondos de pensiones. El 73 % que debe mantenerse el sistema mixto de atención de salud. Otra sorpresa, solo un 7 % aprueba el aborto asesino indiscriminado.


Respecto de la violencia, 81 % rechaza la amnistía y el 64 % no acepta el retiro de las denuncias de los delincuentes procesados.


En Chile todos somos chilenos. La plurinacionalidad solo tiene un 26 % de aceptación, aunque un 72 % concuerda con la multiculturidad que son conceptos diferentes.


Está de moda fraccionar el país, pero la ciudadanía no lo acepta. Solo el 3 % apoya un estado regionalizado, una suerte de sistema federal rasca. Así mismo, el 50 % prefiere un parlamento como el actual.


Nacionalizar o estatizar empresas solo tiene un 17 % de apoyo. Peor aún, el prestigio de la política llega a un mísero: 10 % y solo un 2 % aprueba redefinir el sagrado derecho de propiedad.


Aun es tiempo de acabar con esta farándula política que nos habrá costado cerca de $ 10.000 millones hasta su término en julio próximo.


Si se hubiera legislado sobre el proyecto de Bachelet, aun en el Congreso, habríamos podido destinar esos dineros a la construcción de cerca de 500 viviendas sociales. Algo que no conmueve a los parlamentarios que gastan mensualmente cobra, entre dieta y “gastos de operación” cerca de $ 20 millones al mes ¡una vivienda social!

Aun es tiempo de acabar con esta farándula y proceder al proceso legislativo el proyecto de Bachelet archivado en el Congreso. Nuestro herido se resiste. Quiere vivir.



Javier Fuenzaliza A.

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