​Vivir en el miedo

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Jorge Fuentes

Recién comienza el mes de febrero y los niveles de tensión acumulada se vuelcan en eventos de violencia cada vez más acentuados, no deja de conmovernos el número de 73 homicidios que se muestran en nuestra crónica roja. Más de un homicidio al día , no sólo nos debe preocupar profundamente, sino que también debe hacernos pensar respecto de lo que esta ocurriendo con la sociedad que se esta construyendo. Hoy, tristemente, podemos observar que algunas personas están perdiendiendo el valor por algo tan preciado y esencial como cuidar la vida de otro, en donde las emociones desbordadas pueden llegar en pocos segundos a cambiar el curso de las vidas de muchos. Sin embargo, estos incidentes que pueden sonar pocos en numero , no sólo han impactado profundamente en el entorno de quienes vieron arrebatada su vida, sino que han generado una sensación colectiva de miedo e inseguridad.

Para la población general es difícil pensar qué pasa por la mente de quienes, sin ninguna aparente justificación, pueden quitar la vida otro ser humano. Las explicaciones pueden ser muchas, generalmente asentadas en profundos daños psicológicos severos los que muchas veces ni siquiera han sido diagnosticados. Por otro lado nos encontramos en las historias de estas personas un cúmulo de situaciones sin resolver, emociones reprimidas desde el comienzo de la vida, profundas incapacidades de para resolver conflictos de manera sana, un contexto limitante que pareciera que no muestra una salida, todo esto y sin duda mucho más, puede darle un vuelco a la vida en cosas de segundos.

Tal vez es momento para que, como sociedad, nos demos unos segundos para analizar el daño que se puede estar generando en una población que requiere, con urgencia, armonía y certidumbre. La inestabilidad, la confusión y el cambio constante de las condiciones externas nos van generando un escenario de mayor de represión y falta de conducción de la sombra-como decía Jung- hacia terrenos más adaptativos, en donde la crisis se convierta en una oportunidad de crecimiento y transformación.

Cuando los cambios -como los vividos en pandemia- son tan inesperados, vertiginosos y exigentes y no nos damos tiempo para inhalar y exhalar antes de continuar, podemos llegar a vivir al límite, perdiendo el control de las emociones y tomando decisiones erróneas en los distintos aspectos de nuestra vida, la que –por cliché que suene- es sólo una, por lo que debemos darnos un espacio para armonizarla con un trabajo consciente diario de autoanalisis y acciones que nos permita construir, en cada momento un buen día.

Se conocía de antemano de los posibles impactos del estilo de vida que llevábamos y que los largos meses de confinamiento a los que estuvimos sometidos tendrían un impacto en los niveles de estrés, ansiedad, irritabilidad e, incluso, violencia, lo que podía traducirse en que rápidamente las personas comenzaron a perder el control y actuarán de manera impulsiva.

Es cierto, el miedo es una emoción básica para la supervivencia del ser humano, pues nos sirve para estar en estado de alerta ante alguna amenaza y protegernos. Aunque ¿qué pasa cuando vivimos constantemente en estado de alerta? ¿Cómo puede afectar vivir con la constante sensación de inseguridad? Vivir en el miedo, ansiedad e incertidumbre puede desencadenar una serie de trastornos en la salud mental, especialmente cuando tomamos conciencia de que no sólo nuestro trabajo y solidez económica- traducido en una estabilidad material- puede estar en riesgo, sino que podría estarlo nuestra relación de pareja, la familia, la salud física y la vida física.

Pese a ello, y sin dejar de lado la importancia de tomar las medidas necesarias que nos permitan generar entornos de seguridad, confianza y equilibrio, debemos recordar que la mayoría de las personas quiere formar una sociedad más saludable, donde el miedo sea un sentimiento natural motor para una sana adaptación al cambio.

Volcarnos al dialogo y compartir de manera flexible, respetando la visión del otro en los distintos contextos que forman nuestra vida, el hacer -y ser- comunidad debe ser parte de las formas de ser en sociedad. Finalmente nos daremos cuenta que detrás de cada contexto hay personas y cada una es importante.


Jorge Fuentes, 

Psicólogo y Director de Pranavida.

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