¿Democráticos totalitarios?

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Victoria De Grazia profesora e historiadora de la Universidad de Columbia premiada autora y que ha escrito varios libros sobre las sociedades de consumo, el imperio estadounidense y el fascismo, publicaba en una entrevista el 5 de diciembre del año pasado, para el caso de Estados Unidos que "En este momento, fascismo tiene que ser el término en el vocabulario político estadounidense usado con más descuido" (Grazia, 2020).

Cuando dices: "¡Oh, el fascismo!" y lo reduces al pasado, que muchas personas no conocen realmente, estás usándolo como una etiqueta, como un sello que clasifica algo como perverso (independientemente de su contenido). (Grazia, 2020)

A pocos días de nuestra elección presidencial, probablemente una de las palabras más utilizadas en las redes sociales, o en comentarios de medios de comunicación electrónicos es esta, con una liviandad que llega a ser escalofriante, incluso llegando muchos a asumir una identidad entorno a ella, como el trend que circula en tiktok con el hashtag #antesfachaquechavista. Pero no es el único, la palabra comunista presenta probablemente el mismo nivel de uso, ejemplo de ellos es el trends con más de treinta y cinco mil likes de las juventudes comunistas con una pegajosa canción realizando una apología de mujeres al comunismo. 

Ambos conceptos usados hoy en día en nuestro país con la ligereza de una pluma, tienden a hacer referencia a sistemas catalogados por la teoría política como totalitarios, que, en palabras simples, son un régimen político caracterizado por la concentración de poderes en un partido único y en su jefe, la abolición de los derechos individuales y la pretensión del Estado de dirigir y controlar todas las facetas de la vida social y privada. Los dos modelos representativos de estos regímenes de gobierno son el Hitleriano en Alemania y Stalinista en la URSS.

Norberto Bobbio en su diccionario de política, señala como principales rasgos del totalitarismo la ideología, el partido único, el dictador, el terror. Para Bobbio, la ideología totalitaria es la crítica radical a la situación existente y una guía para su transformación también radical y orientan su acción hacia un objetivo sustancial: la supremacía de la raza elegida o la sociedad comunista… El partido único, animado por la ideología, se opone y se sobrepone a la organización del Estado, trastornando la autoridad y el comportamiento regular, politiza a todos los grupos y a las diversas actividades sociales. El dictador totalitario ejerce un poder absoluto sobre la organización del régimen, haciendo fluctuar a su gusto las jerarquías, sobre la ideología, de cuya interpretación y aplicación el dictador es el depositario exclusivo. El terror totalitario inhibe toda oposición y aun las críticas más débiles y genera coercitivamente la adhesión y el apoyo activo de las masas al régimen y al jefe personal. (Bobbio)

Si bien hoy en día el fascismo ha desaparecido, y el comunismo permanece en algunos países del globo, y sigue intentando alcanzar el poder en sociedades democráticas. 

La tarea es aprender discriminar he informarse. Lamentablemente nos encontramos ante un maniqueísmo. En la división de nuestra sociedad entre buenos y malos, tal como si fuese una película de super héroes. La posverdad, el mal uso de los conceptos y la pérdida del rigor académico ha llevado a nuestro país a mirar y pensar la política de una forma moralista. 

Hemos llegado al extremo, donde tanto jóvenes y adultos, se sienten incapaces de señalar su postura política, o a esconderla por temor a funas en sus redes sociales o sentir el rechazo de su grupo de amigos o familiares por pensar distinto.  Otros llegan al extremo de manifestar el dejar el país si llega a salir uno u otro candidato, esta irrupción de la moralidad en política, atenta e instrumentaliza conceptos tan preciados para la democracia como la tolerancia y el respeto a derechos fundamentales básicos. 

Con lo anterior, me refiero a que en Chile llevamos años haciendo campañas antibullying, anti acoso, a favor de la diversidad, la minoría, la libertad de prensa, incluso algunos sectores llenándose la boca con la importancia de la salud mental y la inclusión. Pero, al primer atisbo que sienten que no comparten su postura, llegamos al ataque, a la funa, incluso a sentir terror de manifestar nuestra postura política, ¡por miedo! ¡sí, miedo!, un miedo de no ser parte del grupo. Si nos devolvemos a la definición de Norberto Bobbio eso sí que es totalitario. ¿Tenemos que pensar todos iguales? ¿Dónde queda la diversidad que tanto se pregona? ¿Dónde queda la libertad de expresión, de prensa que promete la democracia?

Es en ese momento, donde surge la pregunta ¿los derechos civiles esenciales que incluyen la libertad personal, seguridad, privacidad, libertad de pensamiento, expresión e información, libertad de credo, de asamblea, de asociación y organización, incluyendo el derecho de formar y ser parte de sindicatos y partidos políticos; libertad de movimiento y residencia; y el derecho a defensa legal y al debido proceso. Y los sociales y culturales que incluyen el derecho a la propiedad, al trabajo digno y libre, a la salud, a la seguridad social, a la educación, a sindicarse libremente, a la vivienda, al matrimonio, a la alimentación, entre otros ¿son sólo para un sector político, o son de todos los ciudadanos que viven en democracia?

Moralizar la política, atenta contra la democracia. No nos permite pensar de manera objetiva sobre cuáles son los programas de gobierno más viables, sobre cuál es el modelo político y económico que sustente de mejor manera a nuestro país dada sus características particulares, no nos permite avanzar en consensos y en construir mayorías para garantizar estabilidad y gobernabilidad al corto, mediano y largo plazo, que debiese ser la prioridad para continuar con mejoras sustantivas en todas las áreas. No nos permite pensar, argumentar y construir. Atenta contra el respeto y la tolerancia del otro. 

Si hacemos prospectiva, independiente de lo que suceda el domingo 19, el día lunes 20 todos sin distinción seguiremos siendo parte de Chile, no mejores o peores, no buenos o malos, sino chilenos que sueñan con un país donde cada ciudadano pueda desarrollarse al máximo y por sobre todo ser feliz, donde nadie sobra, donde cada ciudadano tiene un rol que cumplir para hacer de este país uno mejor, desde el más humilde trabajador hasta el empresario de más alto nivel, desde la educadora de párvulos hasta el académico, desde el asistente de enfermería hasta el médico, desde el extremo norte al sur y desde costa a cordillera, todos hacemos Chile. Y es ahí el compromiso, no hay buenos o malos, debe haber ciudadanos comprometidos, responsables y respetuosos con alto deber ciudadano, no sólo para las elecciones. 

Que no se olvide que la democracia se sustenta en el respeto al Estado de Derecho, en la honestidad, solidaridad, responsabilidad, pluralismo, libertad, justicia social, tolerancia, respeto y participación entre otras características. 


María José Piñeiro Tejo

Profesora de historia, geografía y ciencias sociales.

Licenciada   en Historia mención política.

Licenciada en Educación.

Magister en historia política y relaciones internacionales.


Profesora de la Academia de Guerra Naval.


Bobbio, N. (s.f.). Diccionario de Política. Tomo 2. Siglo XXI Editores.

Grazia, V. D. (5 de Noviembre de 2020). La crisis en EE.UU. va mucho más allá. Trump sólo es un síntoma. Obtenido de BBC Mundo: https://www.elmostrador.cl/cultura/2020/11/05/historiadora-de-la-universidad-de-columbia-la-crisis-en-ee-uu-va-mucho-mas-alla-trump-solo-es-un-sintoma/


europapress