Debilidad en programas económicos

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Germu00e1n Pinto


Con mucha preocupación leí en la prensa nacional la declaración realizada por el exministro de Hacienda don Rodrigo Valdés respecto a los programas de gobiernos de los candidatos, referente a que no es tan relevante el detalle de éstos, ya que, al no tener mayoría en el Congreso ninguno de los dos candidatos, “habrá que negociar todo”. Esto me causa mucho asombro y desasosiego porque tal afirmación evidencia que las “negociaciones políticas” se fundamentan en caprichos y apetitos personales que desoyen los argumentos técnicos sustentados en evidencia empírica.

Obviamente no comparto en lo más mínimo tal opinión y hasta la considero tarambana proveniente de un exministro que tuvo la responsabilidad de dirigir el desarrollo de nuestra economía y que ahora funge como director de importantes empresas extranjeras que están invirtiendo en nuestro país.

Como contador, yo tomo decisiones de acuerdo con antecedentes y evidencia empírica que me permita formarme un juicio, tal como lo hago con el escrutinio de sendos programas de gobierno versado sobre la economía de ambos candidatos. En este ejercicio, me ha llamado mucho la atención la gran cantidad de dádivas ofrecidas para solucionar las necesidades sociales, las cuales deben ser financiadas a través de políticas fiscales, debiendo, por lo tanto, concentrar mi análisis a las fuentes de los recursos prometidos.

Una de esas fuentes ha sido el incrementar las arcas fiscales a través de la modificación de tramos y tasas de los impuestos personales incrementando la tributación de quienes ganan más de $ 4.500.000 mensuales. Esta fuente de financiamiento la considero totalmente inoperante, augurando el total fracaso en el logro de las promesas sociales realizadas.

En efecto, pensar que 4,5 millones de pesos como ingreso mensual sea un parámetro válido para seleccionar al grupo de contribuyentes a quienes se les va a coartar la disponibilidad de los recursos líquidos que legítimamente generan mes a mes, es el desconocimiento de la realidad que ellos viven, y evidencia la distancia de quienes concibieron tal parámetro, del esfuerzo que muchos trabajadores realizan para lograr generar tal nivel de ingresos.

Si bien, 4,5 millones de pesos no es una cantidad despreciable, corresponde al flujo bruto que reciben estos contribuyentes y que es destinado al financiamiento de diversos gastos personales como el pago de créditos hipotecarios, créditos de consumos, planes de salud, vestuario, educación, diversión, etc., todas erogaciones que responden a la legítima satisfacción de las necesidades que se incrementan a medida que aumentan los ingresos, pues las necesidades son ilimitadas y crecientes.

Es por lo anterior que resultaría más efectivo, justo y eficiente considerar el patrimonio neto como parámetro de afectación, entendiendo por tal a la diferencia de los activos y los pasivos de los contribuyentes.

Si aumentamos la carga tributaria de estos sujetos considerando solo el flujo bruto, vamos a incluir en el listado de gastos que mensualmente son erogados, un nuevo concepto representado por la mayor tributación que se está estableciendo, lo cual solo generará la disminución de la cantidad que cada mes se destina al ahorro, si es que se constata la premisa que Keynes estableció como propensión marginal al ahorro; o vamos a obligar a sacrificar el gasto de determinados conceptos para destinar tales recursos al pago de los nuevos impuestos.

De constatarse lo anterior, es decir, provocar una baja en el nivel de bienestar de los contribuyentes al limitarlos en el consumo de bienes y servicios porque no tendrán el nivel de liquidez que tenían antes, porque ahora tienen que destinar parte de esos bienes líquidos a pagar impuestos, vamos a tener un incremento en la evasión y elusión tributaria, al realizarse futuras acciones para no cumplir con el imperativo tributario que se está planeando establecer.

Si la mención grosso modo que se está ventilando en los programas de gobierno es aplicada tal como se está señalando, solo permite vaticinar el trastorno que generará en las economías domésticas, amén del hecho del fracaso en las políticas sociales prometidas. Es por ello que resulta imprescindible conocer el detalle de las propuestas y no esperar que sea la “negociación política” la que formalice las políticas fiscales que realizarán los futuros gobiernos, pues desde ya las propuestas resultan erradas e imprecisas, redundando tanta ambigüedad en mayores niveles de inestabilidad que afectan las expectativas de los inversionistas que ya están protegiendo sus capitales en el extranjero o postergando las inversiones que nuestro país necesita para lograr el crecimiento necesario que nos reporte el bienestar social que necesitamos.

Tengo el profundo convencimiento que la tan mencionada polaridad política que estamos viviendo, especialmente en materia económica, solo puede ser morigerada a través de proyectos serios y viables, lo cual no se está apreciando en algunos programas, sino que anuncian futuras acciones que no garantizan el cumplimiento de las promesas realizadas, siendo esto, el parámetro que debemos tener en la cabeza al momento de manifestar nuestra voluntad soberana en las urnas.


Prof. Germán R.Pinto Perry

Centro de Investigación y Estudios Tributarios NRC

Universidad de Santiago

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