Negacionismo

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Luis RiverosEl término negacionismo, y su asociado: el de negacionista, se refiere a las doctrinas o posiciones que niegan algún hecho o proceso importante que está generalmente aceptado. Se trata de hechos o casos históricos o científicos, cuya consideración ha de basarse en el previo establecimiento de una “verdad” que sea en gran medida irrefutable. Por ello, se considera al negacionismo como el rechazo de un hecho histórico o de una evidencia que está documentada, probada más allá de toda duda, como la verdad establecida.

Cosa difícil de establecer es una verdad histórica irrefutable, de modo de imputar como una falta (la legislación chilena lo ha discutido como un delito) el establecimiento de una negación de aquello. La investigación es el camino que intenta descubrir tal verdad, para establecerla como definitiva. Una verdad, por cierto, considerada irrefutable se refiere al holocausto asociado al régimen nazi en Alemania. También a los crímenes asociados al régimen stalinista en Rusia, y a otros regímenes con igual nivel de brutalidad y efecto en vidas humanas. Y es cierto que por ello, se alude internacionalmente como negacionista a quienes pueden afirmar o deducir circunstancias distintas sobre estos hechos ya documentados. Sin embargo, aún hay quienes creen que tales hechos constituyen una falsedad bien argumentada, y que aún no hay una prueba definitiva que los avale. Ciertamente, seguirán siendo hechos (o verdades) establecidos por la investigación histórica, que seguirán vigentes al menos hasta que no se encuentre mejor evidencia o más relevantes conclusiones.

Hasta allí, todo bien. Si hay una verdad establecida, negarla constituye al menos un aberración. Pero hay otras cosas que no necesariamente todos consideraríamos como “la” verdad establecida. Un caso es el cambio climático, sus antecedentes, desarrollo y consecuencias. Hay un gran debate sobre esto aún, y parece existir una verdad “mayoritaria”, pero no una verdad indiscutible (al menos por ahora). Sin ir más lejos, están también los negacionistas sobre la realidad del COVID 19, que según algunos no está probado que exista realmente como un problema epidemiológico. En estos casos, actúa un negacionismo relativo, que versa sobre una realidad que aún no está establecida universalmente como “la” verdad. Y en el campo socio político el tema es aún más delicado: por ejemplo, para algunos no está aún establecido el costo humano que han significado las dictaduras populares en el continente latinoamericano. El negacionismo aquí se traduce en plantear cosas como “la acción de la propaganda imperialista” o el papel de los medios de comunicación, pero se niega la ocurrencia de hechos de sangre o restricciones a las libertades para validar un régimen de gobierno. O sea, no hay aún una verdad establecida. Aún en Chile, a pesar de los informes contundentes de distintas instancias investigativas, hay quienes no reconocen las violaciones a los derechos humanos como “la” verdad, y son por ello considerados negacionistas, tal y como sucede en muchos otros casos en que lo “generalmente” aceptado, según muchos no necesariamente significa definitivamente aceptado,

Se sostiene que los negacionistas asumen doctrinas que niegan hechos importantes que son generalmente aceptados, aunque no indiscutiblemente probados en especial si es un hecho histórico o científico. Por cierto esta negación constituye una falta ética, y no puede considerarse como el camino a minimizar hechos graves y a favorecer, en cierto modo, su repetición. Pero, por otro lado, el castigo al negacionismo no puede llevar a silenciar opiniones que no se comparten por quienes ejercen la autoridad. No puede ser punible una visión que no compartimos, por nuestros propios convencimientos más allá de lo establecido o no como “la” verdad. En tal sentido, un castigo al negacionismo se puede convertir en una medida que coarta la libertad de expresión, base verdadera de toda democracia, y también el camino a instaurar una verdad mayoritariamente concebida, como “la” verdad irrefutable de la cual trato tanto de convencer la Inquisición en su rol en Europa y América.   


Prof. Luis A. Riveros

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