Déficit hídrico en la industria agrícola y el aporte de la tecnología

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Andrea Ramos

30% de los chilenos se encuentran hoy bajo decreto de escasez hídrica. Esto significa que más de 5 millones 300 mil personas o a nivel urbano, 135 comunas -casi el 40% de las 346 totales-, presentan un déficit de un recurso tan básico y vital como el agua.

Resolver el problema no basta solo con acciones individuales como ahorrar el uso en las casas o pensarlo dos veces antes de dejar corriendo la llave del agua más tiempo del necesario. Debemos abordar esta carencia desde un punto de vista macro y encontrar nuevas soluciones también para las grandes industrias.

La agricultura, por ejemplo, es una de las actividades que más agua consume (alrededor de un 70%), pero no podemos obviarla, dependemos de ella para subsistir. Sin agricultura no tendríamos trigo, arroz, semillas, frutas o verduras, alimentos básicos para la población.

Tenemos la obligación y la urgencia de cuidar el recurso y utilizarlo eficientemente. La buena noticia es que la tecnología y los avances del mundo moderno nos están entregando distintas opciones para enfrentar este enorme desafío.

Una de ellas es la que propone el físico y profesor chileno César Hidalgo con su teoría del encadenamiento hacia atrás en el ámbito de las materias primas o los recursos naturales con los que cuenta cada país. Él hace un llamado a no abandonar esta área, pero sí adicionar otras actividades más complejas y sofisticadas que subsistan con las tradicionales y que vayan hacia atrás en la cadena, entregando mayor valor agregado a las primeras etapas de transformación del recurso natural.

Aplicando esta idea a la crisis hídrica agrícola, la solución no pasa por reducir el tamaño de las plantaciones (la demanda existirá igual, generaremos un déficit, se encarecerán los precios de los alimentos, etc), tampoco modificando el tipo de cosecha. Pero sí, cuando creamos un cambio importante al incorporar innovación, tecnología y métricas para optimizar el uso del agua en el riego.

Aunque los productores agrícolas pueden ser reticentes en un principio, están conscientes de que la sequía es un problema real y las pocas lluvias registradas en los últimos meses han aumentado esa inquietud. Por eso, una buena manera de reducir esa ansiedad es recurriendo a la tecnología y de paso, ir hacia atrás en la cadena como propone César Hidalgo.

Existen actualmente alternativas de software, big data e Inteligencia Artificial que estudian las necesidades específicas de riego de cada productor y diseñan un plan de trabajo customizado. Luego, el agricultor se apoya en la herramienta tecnológica y la incorpora a su operatividad diaria, con un ahorro de agua de entre 20% y 50%, mejorando a su vez el rendimiento del riego, mano de obra, y electricidad. Además, son soluciones que pueden monitorearse a través de un computador o dispositivo móvil, haciendo mucho más fácil la interacción.

La sequía es una amenaza, pero bien abordada puede ser también una oportunidad para que todos valoremos el agua y comencemos a gestionarla y consumirla de forma responsable. Esto abre también la puerta para que la tecnología y agricultura -dos industrias que a primera vista pueden parecer muy dispares-, encuentren puntos en común y desarrollen círculos virtuosos centrados en el planeta y las personas.


Andrea Ramos, 

Country Manager Kilimo en Chile

europapress