No hay peor cuchillo

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Luis Riveros

La Concertación de Partidos por la Democracia, fue el pacto más exitoso y duradero en la historia política chilena de todo un siglo. Otras anteriores, como la Alianza Liberal que triunfara en 1920, eclipsó en menos de 10 años, producto de los liderazgos personalistas. A su vez, el Frente Popular triunfador en 1938, dependió demasiado del liderazgo de Pedro Aguirre Cerca, y el conglomerado se fue desvaneciendo sin proyectarse en los gobiernos sucesivos. La Unidad Popular fue otro pacto formal de partidos, que sufrió gran erosión y más tarde colapsó a causa del golpe militar. La Concertación fue un pacto duradero, políticamente diverso y sostenido a través de 4 administraciones de gobierno. A pesar de las crisis ocasionales y la diversidad en su composición doctrinaria, sobrevivió más de dos décadas. Su misión fundamental fue la de proporcionar un proceso sostenible de retorno a la democracia, lo cual se cumplió hasta mediados de los años 2010. El último gobierno asociado a ese pacto de partidos terminó en una crisis política, al incluir al partido comunista y dando así cabida a críticas fundamentales que lesionaron las bases del programa concertacionista. Casi un cuarto de siglo es, para la volátil historia de los pactos políticos chilenos, un período significativo que constituyó una fuerte señal de estabilidad política a pesar de los múltiples debates que aún subsisten.

Del período concertacionista se desprenden resultados que no pueden olvidarse. En materia social, por ejemplo, éstos fueron de naturaleza excepcional: la pobreza disminuyó a partir de 1990, de más de un 40% a sólo poco más de 10% en el plazo de un cuarto de siglo. De un modo similar, la distribución del ingreso observó un estrechamiento de las brechas y un evidente fortalecimiento de las capas medias. En lo económico, Chile pasó a ser muy exitoso en materia de crecimiento y de inversión, con una expansión significativa de un nuevo sector exportador más allá de los tradicionales recursos naturales. La inflación se estabilizó en menos de 4% por año, se mantuvo un significativo equilibrio fiscal y se incrementó el gasto en salud y educación. Si bien todo esto pudo haber sido aún más significativo, por ejemplo invirtiendo mayormente en calidad de la educación y salud públicas y construyendo un más efectivo sistema de seguridad social, es evidente que el país sentó las bases para un progreso que no había experimentado antes en su historia económica. Por eso, decir que el problema por el que se protesta ahora es el de “los últimos 30 años” significa negar la historia y los logros que pertenecen a todo el país.

Lo que más sorprende es que han sido líderes de la propia Concertación los que se sumaron a crear la leyenda negra de que nada se había conseguido y que la responsabilidad por el abierto inconformismo social, la tenían esos 30 años que comprendía la administración concertacionaista. Nunca los líderes de la Concertación a partir del año 2018, trataron de rescatar el valor de esos resultados que impactaron al mundo. Por el contrario, muchos simplemente se sumaron a la superficialidad de negar los logros importantes que podrían, de otra manera, haber proyectado como un capital político indiscutible. Cosa aparte es que debían incorporarse nuevas miradas y nuevos proyectos para consolidar aquellos logros; pero se prefirió el discurso fácil, las posiciones acomodaticias y todo ello bajo el dominio de una significativa mezquindad en juicios e ideas. El acto simbólico más decisivo a este respecto fue cuando su propio partido dejó fuera de carrera al ex Presidente Lagos, quien podría ser criticado por muchas cosas pero nunca mereció el tratamiento poco decoroso del que fue objeto, bajo un oscuro manto de críticas generalistas e injustas.

Todo este proceso de negación del pasado le ha hecho muy mal a la democracia chilena. Se abrió la compuerta a la crítica fácil y destemplada, a los proyectos con escaso sustento serio, a las acciones que han remecido la institucionalidad republicana. El punto final, aparentemente, lo constituyen los recientes resultados que revelan a la ex Concertación en una situación de extrema debilidad electoral, y sin un programa político y económico reconocible. Un triste epílogo de las ausentes acciones para que la Concertación pudiera reconocerse por su innegable aporte en la historia reciente. ¡ Qué cierto lo del popular dicho: “No hay peor cuchillo que el del mismo palo”!


Prof. Luis A. Riveros

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