​Conversaciones para construir un destino común

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Gonzalo Jimenez


El futuro de Chile está en juego y se juega en las conversaciones del presente. El ámbito de la empresa no existe en un espacio aparte del universo político-social, ambos mundos están, más para bien que para mal, profundamente entrelazados. El evidente rediseño, con un fuerte énfasis ciudadano, del espacio de lo público tras la elección de constituyentes obliga a unos y convoca a otros a co-construir lo que viene, de una manera distinta a la que estábamos acostumbrados.

La irritación de unos, el temor de otros y las desconfianzas de tantos es parte de las emociones que están en la base de estas conversaciones y es precisamente desde ahí que tenemos que generar los nuevos diálogos. Como dice Humberto Maturana: “En el conversar construimos nuestra realidad con el otro. No es una cosa abstracta. El conversar es un modo particular de vivir juntos en coordinaciones del hacer y el emocionar. Por eso el conversar es constructor de realidades. Al operar en el lenguaje cambia nuestra fisiología. Por eso nos podemos herir o acariciar con las palabras. En este espacio relacional uno puede vivir en la exigencia o en la armonía con los otros. O se vive en el bienestar estético de una convivencia armónica, o en el sufrimiento de la exigencia negadora continua”.

Son estas nuevas conversaciones en las que “los otros” se vuelven no solo legítimos en la convivencia sino necesarios para negociar nuevos acuerdos sociales para que todas y todos vivamos mejor. Ese negociar a nivel de una sociedad, guardando las proporciones, se parece a las transformaciones que sufre un emprendimiento para lograr convertirse en una empresa hecha y derecha (construcción de consensos entre los fundadores, apertura a las ideas de otros actores significativos, e invariablemente pivotear hacia resultados distintos a mi idea original, etc.). Ese negociar entendido como transformación armónica es la forma en que una sociedad acuerda, paso a paso, como convivir acogiendo intereses válidamente distintos.

Lejos de los fantasmas, o modelos mentales anclados en el pasado, en el caso de las empresas zombis, que solo nos hacen intentar recluirnos en lo que ya no es, hoy es imprescindible abrirnos y el camino para lograrlo es escuchar. Por eso estas conversaciones implican abrirnos a la incertidumbre del vivir: la apertura del escuchar y la potente posibilidad de cambiar irreversiblemente en esos encuentros.

Nuestra tarea como ciudadanos y como empresarios es dar valor a esas conversaciones. Legitimar como necesario y beneficioso en el largo plazo, el proceso constituyente y todos los otros espacios e instancias de conversación que éste traerá consigo. Esto requiere coraje porque implica enfrentar tensiones y conflictos latentes, pero al mismo tiempo la tremenda responsabilidad de no radicalizar las posiciones descalificando a los otros, ya que eso solo escala las distancias, y daña nuestra convivencia.

La responsabilidad del presente palpita en cada uno los mensajes que (re)enviamos y los procesos de escuchas que propiciamos. En las circunstancias inéditas que vivimos, pese a las incertidumbres, incomodidades y dolores, el camino es juntos. Por lo tanto, pese a las diferencias (que pueden ser profundas) podemos y debemos emprender en conjunto la construcción de un destino común.


Gonzalo Jiménez

CEO Proteus Management & Governance,

profesor de ingeniería UC & CGCUC

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