Rescatar lo humano

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Nuestro país está pasando por un enorme sufrimiento producto de la terrible pandemia que nos aqueja y de sus tristes consecuencias. Se ha escrito mucho sobre las conductas que hemos estado practicando como sociedad y que han ayudado decididamente a llegar al punto de verdadera desesperación en que nos encontramos. Hospitales colmados hasta superar su capacidad de camas críticas, personal que se debe multiplicar con un esfuerzo verdaderamente encomiable, morgues que ya están sobrepobladas y cementerios que no están dando abasto para atender las crecientes demandas por sus servicios. Todo esto, que no nos pasa solamente a nosotros sino también a muchos otros países, habla de lo agresivo que es este virus que muchos minimizaron en sus efectos. Pero también habla de nuestra falta de disciplina y de un correcto entendimiento de los mecanismos de contagio y propagación. Nuevamente hemos llegado a la triste situación de que familiares no puedan siquiera despedir a sus difuntos, y en que muchos mueren en su hogar sin atención médica de ninguna especie. Y también, estamos pasando por la situación marcada por el contagio de personas de edad intermedia y jóvenes, lo cual se constituye en una aún mayor problemática para la sociedad toda, especialmente porque se multiplica la velocidad de contagio.

Restringidos a una cuarentena cuyo término parece no será en breve, esto está contribuyendo aún más a la verdadera desesperación que están viviendo las familias chilenas. Con escasa movilidad y con pocas opciones para abastecerse de lo más imprescindible, los hogares se visten de desesperanza. Más aún en el caso de quienes deben sustentar su sobrevivencia sobre la base del ingreso diario que provee su actividad económica, suspendida por las necesidades de prevención de mayores contagios. Los programas y noticiarios abundan en más y más desgracias, con opiniones a veces terribles por parte de invitados que no conocen el concepto de la discreción ni del criterio necesario para hablar a una población verdaderamente aterrada. Todo eso se suma a la desgracia enorme que nos afecta, continuando un camino de dolor e incertidumbre para la familia chilena. Pocas palabras de aliento, poco humanismo se desprende de las comunicaciones actuales, que más bien luchan por un financiamiento de auspiciadores que solamente buscan maximizar el número de personas que sintonizan programas, noticiarios y verdaderos shows basados en la desgracia ajena. ¿Podría esperarse que los medios de comunicación transmitieran estímulos atendiendo a la desesperanza humana para enfrentar este difícil momento? Es un mínimo de ética el que se requiere para esto.

Y en medio de todo esto, se da, casi como en un mundo paralelo, un debate político muy corriente y con poca sintonía sobre la situación que de verdad está viviendo la familia chilena. Se suceden debates sobre los porcentajes que obtendrían diversos actores en las próximas elecciones. Se promueven ataques a la política pública sin considerar que ello acentúa la incertidumbre y la desconfianza por parte de la familia chilena. No ha sido ajeno todo esto al uso político más desafortunado en las actuales circunstancias, tratando de derribar ciertas premisas políticas a costa de mayor desconfianza, y asimismo intentando desprestigiar las acciones de la autoridad a cargo de la severa problemática sanitaria. No se ha tenido en cuenta que no es momento para los ataques, ni para el uso político a favor o en contra de nada ni nadie. Es el verdadero momento por propiciar unidad nacional tras el objetivo de hacer llegar a la ciudadanía un mensaje positivo y de esperanza, que subraye lo importante que es para el país el poder salir adelante exitosos de este reto crucial que nos ha impuesto la naturaleza. No es el minuto para acusaciones ni fórmulas populistas y simplistas; se esperaría que los liderazgos sean capaces de infundir confianza, fe en el futuro, capacidad para proyectarse positivamente. No es aceptable que se trate de sacar partido de la situación que nos afecta con motivaciones partidistas provenientes de todo el espectro. Ni tampoco es aceptable que se siga llevando a cabo protestas de todo tipo, incluyendo las “cicletadas” y muchas manifestaciones violentistas, como si en el resto del país no pasara nada. El terror se suma a lo que está pasando la ciudadanía y la familia chilena.

Es posible que tengamos que convivir por años con este virus tan letal. Y así como Chile ha logrado sobresalir en materia de vacunación, debiésemos ser también capaces de sobresalir en materia de disciplina social, de apego a las reglas que emiten los especialistas. Y debiésemos también sobresalir a nivel de la política pública, a través de un diálogo sincero y transparente para ir mejorando las medidas que se toman y se hagan mucho más cercanas a la gente y a las necesidades humanas. Allí, donde juega también el espíritu humano más trascendental, es donde se esperaría que jueguen los verdaderos liderazgos, los que se sobreponen a lo pequeño del debate político y se proyectan a construir un país que se reencuentra. El mañana de Chile recordará con impotencia el presente de sufrimiento, pero también recordará si acaso nuestra sociedad y sus liderazgos estuvieron a la altura del gigantesco reto de rescatar el humanismo en medio del caos y el sufrimiento.


Prof. Luis A. Riveros 

europapress