Compasión Antihumanista

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Luis Riveros (columnista)En toda sociedad civilizada debe existir la compasión, el perdón por faltas graves que algunos de sus miembros han cometido afectando a personas o instituciones, así dislocando severamente el propio funcionamiento del entramado social. Sin embargo, previo a esto debe existir el dictamen de la justicia respecto de la falta cometida, y establecida la responsabilidad y la pena a la que se hace acreedora. No es necesario ser jurista para darse cuenta de que existe la necesidad de conocer y aquilatar el daño producido y el castigo que la sociedad debe imponer por lo mismo. Pedir una absolución antes de que se produzca una decisión judicial, es negar el rol fundamental que tiene el sistema jurídico y se anima a debilitarlo irremediablemente.

Pero el otro argumento al que se enfrenta esta posición es la base argumental sobre la cual se fundamenta la idea del indulto a los participantes en las jornadas de protesta a partir de octubre de 2019. En efecto, se dice que los individuos afectados por la prisión preventiva a la espera de una decisión judicial, serían personas dejados de lado del sistema, efectivamente inconscientes del daño producido por su accionar violento, y posiblemente incapaces de discernir entre el bien y el mal. Se trataría de personas que actuaron de forma irracional, conducta solamente explicada por un afán reivindicativo casi insensato basado en el sentimiento de abandono por parte de la sociedad. Es innegable esta realidad, pero no hay que concederle el carácter de razón para practicar la violencia. Hacerlo así, de alguna manera quita dignidad a las personas que habrían actuado bajo este dominio de la irracionalidad y solamente en función de una reacción instintiva. Pero un segundo argumento contra esta idea, es que la misma actitud violenta ha sido promovida y extendida por grupos y líderes que han continuado incentivando destrucción como modo de cuestionar la organización social y la proyectan incluso más allá: a la amenaza sobre la Convención Constitucional y su tarea. Es decir, esta petición de indulto generalizado no sólo es una forma de menospreciar a quienes actuaron en los episodios de vandalismo y violencia, sino que se validaría como un método que, sobre la base del mismo argumento, es poco menos que justificable y extendible plenamente en el tiempo. Esto justificaría todas las acciones violentistas que se han sucedido a lo largo de todos los últimos meses, y podría seguir siendo una justificación en toda acción de protesta violenta en el futuro.

No se trata de hechos menores. La primera oleada de protestas, al igual que las subsecuentes, destruyó propiedad pública y privada, afectó la integridad de miles de personas, se afectó la dignidad de muchos, y se destruyeron cosas importantes como edificios universitarios, instalaciones religiosas, locales comerciales de todo tamaño, hoteles y restaurantes incluidos. Se aniquilaron miles de empleos de forma permanente, y las personas que habitan esos sectores preferidos por parte de los atacantes, han debido renunciar definitivamente a sus viviendas y, los que no han podido emigrar se resignan a vivir bajo permanente amenaza. ¿Cómo podría justificarse todo aquello en el ánimo de búsqueda de justicia social? ¿Es ese el signo contenido en aquellas fotografías tomadas en medio de iglesias ardiendo o de barricadas en llamas construidas con propiedad de todo tipo, expropiada arteramente para el efecto? ¿Acaso no importan las víctimas inocentes producidas portales actos de barbarie?. ¿De qué humanismo estamos entonces hablando? ¿Solamente del que rodearía la acción subyacente a la protesta que deriva en tales los hechos? ¿Y qué hay del humanismo con que debe considerarse la situación de las víctimas de tales actos?

Es cierto. Debe existir la compasión. Pero primeramente debe existir la justicia, la cual debe aplicarse con todo el rigor de la ley, puesto que es lo que corresponde a una violencia que debe aislarse y combatirse no importando sus actores o motivos. La tolerancia tiene como límite la práctica de la violencia antagónica y destructiva, especialmente aquella sin motivos definidos, sólo una destrucción destinada a atemorizar y a echar por el suelo las bases mismas del humanismo y del respeto por los demás.


Prof. Luis A. Riveros

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