Jugando con fuego

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Luis Riveros (columnista)Los partidos políticos y las agrupaciones de partidos, tanto y como la gran mayoría de sus actores directivos y representantes de elección popular, están preocupados de cuestiones bien alejadas del interés ciudadano. En efecto, sus discusiones se centran en los procesos electorales que se vienen a futuro, como son las elecciones Municipales, de Gobernadores y las propias del Congreso y la Presidencia de la República. Los conglomerados de partidos no se ponen de acuerdo, usualmente por cuestiones más bien accesorias que centrales o ideológicas, respecto a cómo procederán. La candidatura a la Alcaldía de Vitacura está rompiendo el pacto de partidos que apoya al Gobierno, mientras la oposición sostiene agudas discusiones sobre la viabilidad de tener primarias comunes. Todo ello, cuando el país esperaría otro tipo de discusiones e iniciativas que enfrenten los problemas reales que la ciudadanía percibe y pondera altamente en importancia.

En las actuales circunstancias, con una crisis social que se amplía y profundiza a la vez que con una crisis económica en pleno apogeo, se esperaría que los actores políticos en el Gobierno y en el Congreso Nacional, estén preocupados por darle viabilidad al país y preparar un resurgimiento en materia de actividad económica y distribución del ingreso para los años que vienen. No es así. Faltan proyectos o iniciativas que propendan a proporcionar ese “empujón” que necesita nuestra realidad económica y social. Hay proyectos que duermen en el Congreso, como es aquel relativo a reforma de pensiones, con lo cual no sólo se pospone cosas vitales en las aspiraciones de la ciudadanía, sino que se da salida a soluciones parche o a cuestiones que constituyen más bien slogans que salidas efectivas a las problemáticas que sufre la gente. No hay discusión con altura de miras en el propio Congreso respecto a lo que aflige al país y al mundo en forma alarmante, y se observa a los líderes políticos hablando solamente en un lenguaje de confrontación y con mensajes simplistas, para un público que en realidad esperaría conducción, ideas y propuestas sobre los problemas que enfrentamos. El Senado hace viable un proyecto de ley que permite el ingreso de turistas que pueden buscar empleo y conseguir por esa vía una residencia en Chile; contrariamente, la ciudadanía está alarmada por el aparente descontrol en las fronteras y el ingreso de muchos que pasarán a engrosar las filas de los desocupados y elegibles, además, para todo tipo de bonos de ayuda. Se aprueba también, en primera instancia, un proyecto de ley sobre negacionismo, que se convierte en una restricción legal a la libertad de expresión, tal y como ocurría en antiguos regímenes de gobiernos no democráticos. Pero resulta que estas dos cosas, no están en las prioridades ciudadanas, que sí esperan respuesta en materia de salud, previsión, educación, condiciones de vida, etc. También la ciudadanía se da cuenta que hay que mejorar las condiciones para la inversión, que así apoye la recuperación del empleo y los salarios, pero esto no es atendido en las prioridades políticas vigentes. Hay una verdadera separación entre el interés de los políticos y los partidos, y las demandas ciudadanas, haciendo víctima a la democracia representativa de los excesos partidistas que observamos.

El país entrará a una discusión que postulará el cambio en la Constitución vigente. Sin embargo, los partidos enfrentan este proceso sin ningún proyecto específico del cambio que proponen. Sus representantes claman con entusiasmo “APRUEBO” O “RECHAZO” la idea de tal discusión. Pero no se sabe efectivamente que cosas se deberían cambiar en la Carta Fundamental vigente, y cuáles no. Hay dirigentes políticos que sostienen cosas extremas respecto a la propiedad privada, el control de los fondos de pensiones, el establecimiento de más amplios derechos sociales, la modificación del régimen presidencial, etc. Pero son visiones personales que no comprometen la opinión colectiva de los partidos o corrientes de pensamiento. ¿A qué nos enfrentaremos efectivamente cuando algunos dirigentes políticos expresan que deberá existir abierta presión sobre quienes lleven adelante esta discusión en una Asamblea Constituyente? Todo esto es fuente de gran desconcierto ciudadano, porque hay carencia de conducción de ideas y pocas propuestas que atiendan efectivamente las prioridades de la ciudadanía. Y existe, junto a ello, el peligroso juego de expectativas, ya que muchos esperan cambios fundamentales en su calidad de vida y condiciones de ingreso, junto con la resolución del tema Constitucional en discusión. Eso es jugar con fuego, mientras el país sufre las consecuencias de una discusión mal llevada y que desatiende temas cruciales para la ciudadanía, la cual, dicho sea de paso, no tendrá siquiera representación fuera del marco de los partidos políticos.


Prof. Luis A. Riveros

europapress