​Intentando escapar de una depresión económica

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Nicole


Recesión prolongada versus Depresión económica, ¿En qué punto podemos hacer el corte para diferenciarlos ? Las recesiones se producen tras dos o tres trimestres, incluso intercalados, de caída en la actividad respecto de mediciones en períodos similares de comparación. Las depresiones económicas son caídas en la actividad que se prolongan por un año o más y, generalmente, vienen acompañadas de un cambio profundo en las expectativas de los agentes económicos. Ello ocurre cuando se pierde la confianza en el mercado, manifestándose una profunda caída en el gasto, que altera el comportamiento hacia una protección exagerada de los recursos.

Llevamos alrededor de 8 a 9 dos meses de malas cifras económicas, las que se han recrudecido en estos últimos 2 a raíz de la hibernación productiva. Quienes nos desenvolvemos en este ambiente sabemos que no se ha tocado fondo aún. Con una demanda frenada, la actividad paralizada, la cadena de valor interrumpida, el empleo, en todas sus dimensiones, está severamente castigado. La tasa de creación de nuevos puestos de trabajo está caída en más de dos dígitos (12,3%), la fuerza de trabajo recortada, lo que conduce naturalmente a un desempleo en flagrante incremento. Las mediciones apuntan a dos dígitos (15, 6% en el gran Santiago, según U de Chile), pero sin duda las cifras están subdimensionadas por el nivel de informalidad y los problemas derivados de la toma de muestra bajo la contingencia actual.

Los países que concentran la distribución de sus ingresos con mayor incidencia en ratios de ingresos provenientes del trabajo que en ratios de ingresos provenientes del capital, pasan peores procesos internos frente a shocks complejos y de la dureza del actual. Ya que este golpea a varios frentes simultáneamente.

En estos escenarios, la desigualdad se vuelve desgarradoramente clara. Aparece sin barnices, la fragilidad de los equilibrios. Ya que en un entorno pujante se mantiene la rueda productiva sin ruidos pero que, al desaparecer el impulso económico en un acto, los miles, que lograban hacer malabarismo con su precario equilibrio, se ven sin herramientas ni alternativas para hacerle frente a la escasez. Hay una realidad de millones, que sobreviven con nula o escasa capacitación, extrapolando beneficios, en forma de fuente de ingresos de servicios informales, lo que dejan de recibir de un día para otro, sumado a que no cuentan con más herramientas personales para flexibilizar y adaptar su labor. Esto, sin duda, también repercute en los menores, quiénes al estar envueltos en un ambiente vulnerable, donde ahora no hay recursos disponibles, se enfrentan a una realidad básica con poca contención y nulas herramientas para permitirles avanzar en su propio camino.

Las sociedades vulnerabilizadas económicamente retroceden varios pasos en su avance hacia el desarrollo. Y, aunque los gobiernos se esfuercen en intentar contener el daño, el perjuicio es tan multivariable que es demasiado complejo de abordar.

A nadie le es ajeno los esfuerzos de paquetes de ayuda en modo de transferencias directas, ya sea en recursos monetarios o en especies, acompañados de mensajes de disponibilidad de liquidez. Actualmente, vemos en sintonía expansiva políticas fiscales y monetarias que no transfieren los efectos deseados sobre el producto, empleo e inversión, a raíz de que la incertidumbre del entorno y la desactivación del sistema productivo tiene a todos los agentes en una trampa de paralización masiva.

Sin ingresos que gastar, sin comercios donde acudir, encerrados en nuestras casas, cualquier proyecto de inversión inmobiliaria, compra de bienes de capital, equipos de mayor valor, viajes y otros lujos de mayor costo parecen fuera del alcance y sustentabilidad actual.

Sin embargo, no todo es oscuro. Siempre dentro de cada crisis surge una nueva mirada. Destaca aquí, en un contexto, donde surgió como necesidad, algo de adaptación en el trabajo a distancia, permitiendo que, bajo las actuales condiciones, parte de la economía pueda seguir funcionando.

La digitilización del trabajo junto a la flexilidad y adaptación de ciertas industrias ha surgido como esperanza y una opción viable. En algunos casos, mostrando buenos resultados en productividad. Se ha revelado que, aunque esta fuera una opción disponible hace tiempo, la obligatoriedad de las circunstancias ha hecho que emerja como una forma de responder. La transformación digital hoy parece una alternativa realista para muchos. Esto requiere inversión, conocimientos y una remirada al recurso laboral. Es un cambio, no exento de altos costos pero que, con una adecuada guía y paulatino proceso de transformación puede resultar en una de las buenas políticas para la reactivación. En otras palabras, más que dirigir políticas reactivadoras sectoriales la mirada hacia un cambio de paradigma, el aporte de facilidades y reconversiones para promoverla parecen ser una salida o al menos un camino viable que discutir en forma integrada.


Nicole Stückrath

europapress