Claudia Figueroa, Académica Escuela Fonoaudiología U. Andrés Bello

​Inclusión e ingreso a clases

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Cartas al director OK


Sr. Director, 


Hablar de inclusión de niños y adolescentes en el sistema escolar chileno es una paradoja que abarca todo el sentido que esta palabra puede significar, porque todos los niños debiesen, por derecho, ser “incluidos” desde sus habilidades y particularidades al proceso de aprendizaje formal. Como ello no es así, en nuestro país, los programas de inclusión suelen ser limitados a poco número de menores lo que a las familias implica una constante presión de no “perder” o lograr “acceder” fácilmente a ellos.

Los menores con necesidades educativas, son en estricto rigor todos, pero en especial los de proyectos de inclusión, requieren especial atención en el manejo de la anticipación de la información. Manejen junto a ellos, los tiempos de ingreso a clase, las salidas, cantidad de recreos y ojalá el detalle de las actividades diarias. Usen, si es necesario, planner, calendarios semanales en las paredes, etc.

Recuerde que el proceso de inclusión escolar puede estar también asociado a terapias fuera del establecimiento escolar. Por lo que decida con su equipo de trabajo, los horarios en que se desarrollarán ambas y la priorización de los tiempos, a veces, suele ser necesario ajustar algunas horas escolares para dar períodos de descanso o traslados al resto de las actividades terapéuticas.

Se deben crear lazos entre sus equipos de trabajo clínico con las profesoras de aula, de tal manera que la información acerca de la evolución, dudas o incluso manejo medicamentoso, se ajuste a los requerimientos del menor de la mejor manera y en todos los contextos en que él o ella esté. Esto permite una fluidez en el manejo de contingencia y una comunicación más acabada de los procesos que la inclusión requiere pero, por sobre todo, que los menores necesitan para desarrollarse íntegramente.


Claudia Figueroa

Académica Escuela Fonoaudiología U. Andrés Bello

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