Agravios al rector Carlos Peña

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Enrique Goldfarb (columnista)


Para mí, Carlos Peña es el pensador N.º 1 de Chile en estos momentos. Incluso entre otros favoritos que tengo, ninguno se lo iguala, en lo que podríamos llamar, preparación, cultura y capacidad para entender los tiempos que se viven, con la distancia y altura de miras que se merece.

Los hechos que se viven hablan por si solos. Una crisis inesperada, profunda, que, entre paréntesis, Carlos Peña algo, sino mucho, había venido aventurando en su psicoanálisis cotidiano de la sociedad chilena. Por ejemplo, las expectativas desbordadas, que no hay modelo, ni éste ni ningún otro que pueda satisfacer. Y lo que el rector denomina falta de orientación psicológica de los jóvenes, parte, importante de este movimiento, incluso ensalzada por los mayores que los quieren comprar. Esa falta de orientación es reemplazada por las pulsiones subjetivas de los jóvenes, que desemboca en asimetrías que, para la gente normal, son grotescas.

Por ejemplo, el centro de estudiantes del Instituto Nacional, formado por impúberes, adoctrinados por el PC, que quieren arrogarse no los privilegios, pero si el estatus de los mayores que tienen por misión formar a los jóvenes. De otro lado, los jóvenes universitarios que se quejaban de excesos de exigencias por parte de los profesores, que los tenían al borde del suicidio. No hay disciplina de comportamiento, ni de estudio para los privilegiados que tienen acceso a la educación secundaria o universitaria. Las pulsiones subjetivas de los jóvenes ya han contagiado a los mayores y se han disparado en forma caótica. Centenares de miles de manifestantes, cada uno con su agenda propia. ¿No es esto la subjetivación de la realidad por parte de miles de almas?

Esta masa conforma la masa humana, que Peña la ha descrito y analizado en forma ejemplar, y ha sido usada por agentes extranjeros para producir las ondas de choque que todos hemos visto y tememos. Si la gente tuviera sus pulsiones subjetivas bajo control, repararía que, al manifestarse de esta forma, miles en las calles, permiten que aflore la violencia que pesará en Chile como una recesión, afectando la vida y el trabajo de centenares de miles de personas de una u otra forma, y se hubieran abstenido de manifestarse de esta forma. Como se ve, al análisis de Carlos Peña es funcional para entender lo que está pasando y para canalizarlo constructivamente.

Sin embargo, 240 profesores de la UDP, donde Carlos Peña es rector, cuestionaron sus análisis diciendo que era disruptivo. En lugar de sentirse orgullosos de tener un intelectual capaz de entender tan bien los hechos, pasan a pedir una “Ley Mordaza” que inmovilice comunicacionalmente al rector.

Con todo, en este aspecto, su misiva es ambivalente. Ya que reconocen todo el peso intelectual de Peña y dicen que sólo le piden mesura, o sea, que se quede callado. Y agregan lo que los argentinos llamarían “la verdad de la milanesa”: que la devaluación de los jóvenes que resulta del análisis de Peña, los pone en serias dificultades. Es decir, las masas, los jóvenes jacobinos desbordados, tienen secuestrados a los profesores. Como las molotov del Instituto nacional y las tomas violentas. Con ello le conceden a Carlos Peña, toda la razón en su análisis de la situación. Los jóvenes son parte del problema, que se quiera o no, debe ser abordado, y como a la larga, cualquier gobierno lo hará. De nosotros depende que sea un gobierno democrático o un gobierno comunista-bolivariano-cubano.   


Enrique Goldfarb

 

europapress