¿Populista o realista?

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Luis Riveros (columnista)


Dentro de los anuncios formulados en la última Cuenta Presidencial, la iniciativa de reducir el número de Parlamentarios a 120 Diputados y 40 Senadores ha destacado por el apoyo que concita. Las razones del generalizado apoyo que se observa radica en cinco razones principales, que hacen de la propuesta no una populista sino una más bien realista. Primero, porque la conformación de actual Parlamento se hizo sobre la base de un engaño, puesto que se aseguró que el aumento del número de Diputados y Senadores no tendría ningún costo adicional para el Estado. Esto, como sabemos, no fue así sino que hubo de aumentarse en forma sustantiva el presupuesto del Congreso. Segundo, porque a diario se conocen las injusticias que envuelven inusualmente altas dietas parlamentarias y, por sobretodo, la existencia de prebendas que son de difícil justificación. Aquí se encuentra los viáticos para ir a trabajar a Valparaíso, el financiamiento de vehículos y chofer, los viáticos de libre uso, los seguros de vida personales pagados con gasto fiscal, etc. La ciudadanía rechaza todo esto, que va junto con el número de Parlamentarios y que eleva sustancialmente el costo para el país. Tercero, porque el nuevo sistema electoral ha permitido la elección de parlamentarios que cuentan con un bajísimo porcentaje de votos (1 o 2% de los vostos), cuestionando el argumento de “representatividad” que han puesto de relieve los mismos Parlamentarios. Cuarto, porque el país no percibe que la productividad del Parlamento haya aumentado con el mayor número de miembros, ya que la preocupación por proyectos esenciales es mínima, negándose a la idea de legislar sobre asuntos claves para el país y dedicando tiempo importante a muchos proyectos poco sustantivos y de bajo interés ciudadano. Quinto, porque el ciudadano medio percibe la existencia de una banalización del Congreso Nacional, producto de actitudes, declaraciones, vestimentas, etc. de sus miembros, que hacen difícil pensar en el actual Congreso como una institución republicana la altura de sus responsabilidades. Finalmente, todo esto se ha traducido en el descrédito que ha llevado al Congreso Nacional, junto a partidos políticos y dirigencias, a la figuración entre las instituciones más desprestigiadas de Chile.


Prof. Luis A. Riveros

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