Reconocer nuestro status

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Luis Riveros (columnista)

Con casi 300 mil millones de dólares de PIB, y el ingreso per cápita mayor de la región, Chile muestra buenos resultados en materia de crecimiento. Esto ha sido resaltado recientemente y augura un escenario favorable para la nueva inversión, que ya se proyecta crecer de modo importante este año y el próximo. Todo esto ha llevado a varios observadores a insistir en la proposición de que Chile está “a un paso” de ingresar al grupo de los países desarrollados. Pero es aquí donde debemos tener una actitud moderada que otorgue realismo a las aspiraciones y logros nacionales. En primer lugar, porque el desarrollo económico es más que el valor del ingreso per cápita, puesto que debe considerar aspectos relativos a la calidad de vida de las personas y su adecuada realización. En segundo lugar, porque Chile figura bastante atrás en cuestiones importantes como son los alcances efectivos de la salud pública, la cobertura real de la educación de calidad y la existencia de normativa y hechos deseables del punto de vista del desempeño laboral de las personas. Tercero, porque el país muestra un retraso en materia de productividad laboral que es irremontable en el corto plazo, y que ha sido insistentemente señalada por organismos internacionales. Hay, además, una brecha entre regiones del país, y entre distintos segmentos de población al interior de cada región. De hecho, Chile figura como uno de los países más desiguales del mundo, producto especialmente por el deficitario acceso a educación de calidad y capacitación. Y ni hablar de nuestros problemas ambientales.

Es importante poner los resultados económicos y sociales en perspectiva. Podemos tener una apreciación positiva de los mismos y una perspectiva muy optimista sobre los desarrollos futuros. Podemos sentirnos satisfechos con la inversión y los esfuerzos para ubicarnos como un país respetado por sus logros y la dinámica de su hacer económico. Pero no deben sobredimensionarse tales logros, ni mucho menos inmovilizarnos en las áreas de retraso, en la idea de que ya logramos las cuestiones fundamentales. Somos un país subdesarrollado, con indicadores que muestran el rezago importante respecto de lo que efectivamente significa el desarrollo. No significa desmayar, pero sí reconocer nuestras falencias vigentes para emprender siempre el camino con humildad y sentido de reto fundamental.


Profesor Luis A. Riveros

europapress