No somos felices..!

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Luis Riveros (columnista)

Llegamos a un Chile en que la intimidación y la acción falsaria se hacen costumbre en las instituciones. El Presidente de un Club deportivo anuncia que no seguirá ejerciendo sus labores debido a las amenazas de muerte proferidas por eventuales adherentes del mismo Club. De modo similar, aunque menos dramáticamente, en muchas instituciones se deslizan acusaciones que pasan por verdades, y que tienen por único destino dañar el desempeño y la vida de determinadas personas. Junto a este enseñoramiento de la irresponsabilidad, existe un ánimo inconfesable de hacer daño, y de crear, muchas veces, situaciones de difícil manejo por que inciden en conductas que de verdad quieren castigarse para mejorar el desempeño institucional y social. Todo esto afecta negativamente a las instituciones, hace reinar la desconfianza y, como en el caso del Club aquél, permite el reinado del temor. Pero no necesariamente ello ocurre sólo en el ámbito de las instituciones privadas., Nos hemos enterado con indisimulada sorpresa, que un anónimo circulado en el Parlamento, que alude a situaciones vergonzosas y repudiables, ha evitado la candidatura de un Diputado que legítimamente aspiraba a la Presidencia del organismo. Peor aún: se rumorea que esa acción había sido promovida ni más ni menos que por otros Diputados. O sea, en el centro más álgido de la política pública, donde debieran radicar las buenas tradiciones y la ética más intachable, sucede lo mismo que en muchas otras organizaciones de menor relevancia republicana. Instituciones que debiesen ser un ejemplo para la ciudadanía, han llegado al nivel más bajo en materia ética. Junto a las acusaciones ya cotidianas respecto a pagos indebidos y transacciones abominables, esto suma al desprestigio de los Poderes del Estado y cuestiona profundamente la eficacia de su labor.

El tema de fondo es la crisis moral que está viviendo la República, donde todo parece dar lo mismo: acusaciones falsas, colusiones, coimas, sobresueldos, pagos en exceso, utilidades indebidas, etc,, mientras que para nada importa el cumplimiento eficaz del deber. Como diría Mc Iver: “no somos felices..”, porque nuestra sociedad se encuentra conmovida por un curso negativo que afecta la moral de nuestra sociedad, con dramática indiferencia de parte de todos.


Luis A. Riveros

europapress