​¿Guerra Comercial o de Valores?

|


Juan David Quijano 4 1

El año 2018 ha estado marcado por una importante volatilidad de los mercados internacionales, fuertemente influida por la guerra comercial entre Estados Unidos y China, guerra a la que se han sumado otras naciones como Rusia, Canadá y México.

Algunos efectos de esta guerra comercial ha sido la caída de las bolsas de comercio de varios países, junto a un descenso de la actividad económica y aumento en los precios de bienes importados.

Para Chile algunas consecuencias pueden ser una baja en el precio del cobre que es enviado a China en un porcentaje importante, al igual que la celulosa y el hierro. Sin embargo, algunos expertos señalan que esto también podría abrir la puerta para exportar otros bienes que dejen de ser suministrados por algunas de estas naciones.

Sin duda esta situación genera incertidumbre respecto de los efectos finales que esta guerra podría tener y cómo y cuándo se resolverá.

Pero existe otra guerra que estamos librando y que puede llegar a tener efectos mayores sobre nuestras familias y aun cuando estamos insertos en ella, a veces pasa inadvertida o simplemente no le prestamos la debida atención. Me refiero a la guerra de valores que se ha desatado en el mundo entero y especialmente en nuestro país, donde vemos una sociedad más consciente de sus derechos, pero a veces más olvidada de sus deberes u obligaciones.

Es triste ver cómo, jóvenes valiosos en ocasiones son atraídos por cosas malas por falta de dirección, disciplina y amor, principalmente en sus hogares. Creo que a veces se confunde una educación de calidad, con la educación formal que un joven o un niño reciben en sus colegios o universidades, olvidando que la primera educación de calidad debe estar en cada uno de nuestros hogares; es ahí donde se debe enseñar con mayor profundidad a los niños el sentido del esfuerzo, el respeto a los demás, el amor a los padres y al prójimo; es en nuestros hogares donde debemos enseñar a nuestros hijos a rechazar la mentira, a no sentir vergüenza de hacer lo bueno, a sentir orgullo de ser hijos de Dios, a actuar con integridad, en especial cuando nadie los está mirando, a no tener miedo de rechazar lo malo, pero ser compasivos y ayudar a los demás.

Los padres somos los primeros responsables de enseñar a nuestros hijos que las metas se consiguen con esfuerzo y que muchas veces lleva años lograr lo que se quiere, pero que existe gran satisfacción cuando eso sucede. Somos los padres quienes debemos enseñar a nuestros hijos que Dios bendice a los humildes y esto no tiene que ver con la condición económica, sino con la condición del corazón.

Hace un tiempo mencioné que los valores son aquellas actitudes o creencias que nos forman como personas, que permiten ordenar nuestras prioridades y orientar nuestras vidas. De ahí la importancia de inculcar en nuestros hijos verdaderos valores cristianos, que hagan de ellos mejores personas, que les ayuden a discernir correctamente entre diferentes opciones, a jugar limpio, a esforzarse por alcanzar sus objetivos y a considerar a Dios en cada aspecto de sus vidas, creo que solo así ganaremos esta guerra de valores.


Juan David Quijano

europapress