​Transgresión a la convivencia republicana

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Luis Riveros

Dos principios esenciales deben siempre regir la conducta de autoridades políticas. Primero, el respeto al ordenamiento jurídico de la Nación para así preservar su legitimidad independientemente de las reformas que se sienta necesario para el futuro. Segundo, el irrestricto respeto por la persona humana, independientemente de filiaciones políticas, ideas o juicios de valor. Ambas cosas son esenciales para contar con un sistema democrático y humano; al ser sobrepasadas se pone en tela de juicio todo el sistema y hace objetable el desempeño como tal de cualquiera autoridad. Dos Diputados se entrevistaron en Paris con un prófugo condenado por la justicia chilena debido a su participación confesa en el asesinato de un Senador. Dicha entrevista puede deberse a que no se concuerde con tal dictamen judicial, lo cual es de por sí grave ya que un Parlamentario que no tendría otra cosa más que acatar los que la justicia ha legítimamente determinado. También pudo deberse su accionar a que, como bien lo expresó una periodista, la condena ha sido injusta porque el asesinato de Jaime Guzmán libró al país de un fascista. Tendríamos aquí un caso evidente de relativización de los crímenes dependiendo de la calificación que se otorgue a la víctima, poniendo así en relativo toda acción criminal. Esto también se representa en la idea de condenar a ciertos regímenes políticos por el atropello a los derechos humanos, más no a otros por ser ideológicamente más afines. Esta relativización de la criminalidad es absolutamente repudiable y contradictoria con una debida convivencia en democracia, constituyendo un verdadero atropello al humanismo. No se puede tampoco justificar ese accionar sobre la interpretación de los actos cometidos por otros, ya que es una teoría del “empate” que no tiene presentación. Si se justifica un asesinato porque la víctima “lo merecía”, se destruye la mínima aceptable forma de convivencia, para llegar a una sociedad en que el crimen político pasa a ser una forma de resolver las diferencias. Un Parlamentario no puede ser partícipe de esta transgresión a la convivencia republicana.


Luis A. Riveros

Universidad de Chile

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