​Diálogo de Sordos

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Luis Riveros

La ciudadanía se encuentra desorientada ante un debate gobierno- oposición que excede los límites de una debida tolerancia democrática. Más que una discusión sobre las orientaciones que debe adquirir el país en distintas materias, el chileno advierte una confrontación que no tendrá ganadores y observa que muchas iniciativas se ven entorpecidas por la falta de una efectiva voluntad de diálogo. Sorprende a este respecto que la oposición no tenga una clara agenda programática e idearia para enfrentar las iniciativas impulsadas desde el gobierno. La actitud opositora muchas veces radica en un simple deseo de oponerse y obstruir, más no necesariamente con argumentos que avizoren alternativas. El Gobierno, por su parte, impulsa proyectos sin llevar a cabo una estrategia de diálogo que haga más expedita la discusión en instancias políticas y parlamentarias. Si bien es cierto ha impulsado comisiones para estudiar ciertos problemas álgidos que ameritan acuerdo nacional, en otras importantes materias, incluida la reforma tributaria, por ejemplo, se ha avanzado sin crear consensos mínimos, así avivando una reacción adversa en la oposición. Y es Chile el que pierde; por ejemplo, en el caso del reajuste del salario mínimo han existido explicaciones contrapuestas por parte de gobierno y oposición, pero ninguna da cuenta del nulo resultado que se asoció a simples estrategias políticas, no a la necesidad de cuidar el bienestar de los trabajadores y sus familias. Es necesario que el gobierno fije con precisión la estrategia para avanzar en el marco de su programa de gobierno y que la oposición clarifique sus propios postulados y objetivos programáticos. Así se podría discutir sobre ideas, y no sólo sobre la base de un permanente “gallito” político. El Gobierno debe hacer lo necesario para implementar su objetivo declarado en tiempo de campaña: unidad nacional. Para eso es vital que se haga presente una mayor transversalidad política en sus equipos de trabajo, y se esgrima una mirada que no deseche visiones contrapuestas sin antes someterlas al escrutinio del debate y las buenas ideas.


Luis A. Riveros

Universidad de Chile

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