​Suficiente Dolor

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Luis Riveros

Chile ha pasado por graves quiebres a lo largo de su historia, siempre como producto de condiciones que hicieron inviable el diálogo y la obtención de una solución civilizada. Así fue Lircay en la temprana historia independiente; así fueron también los levantamientos regionales de mediados del siglo XIX, y así lo fue la cruenta guerra civil de 1891. Historias llenas de dolor y de sangre de chilenos derramada por sus compatriotas. Una historia que, sin embargo, fue siempre superada para mirar hacia el futuro con sentimiento de república. No se olvidó el pasado, pero si se construyó un futuro en torno a un proyecto de vida nacional desde la mirada de las nuevas generaciones. El otro trágico quiebre fue aquél de 1973, antecedido por confrontaciones y divergencias, pero luego caracterizado por hechos ignominiosos y delitos de lesa humanidad que vertieron sangre de chilenos derramada por otros chilenos. Aunque sin pleno arrepentimiento, el legado de estos hechos necesita dar paso a que las nuevas generaciones entiendan en su profundidad las raíces de tal dolor y desesperanza, refuercen el compromiso del respeto integral al ser humano y reconstruir un país unido ante su desafiante futuro. La generaciones que se marchan están legando sus sentimientos a una generación que necesita comprender qué falló para haber llegado a eso, y porqué muchas instituciones republicanas se mancharon de dolor y sufrimiento. Es cierto que la clase política falló en esos trágicos días, pero no es justo que eso siga agobiando las almas jóvenes de Chile con un recuerdo sobre el que deben aprender por ellos mismos. No es justo que se revuelva la herida, que otros quieran interpretar la historia a la luz de sus convicciones, y que otros propongan marchar en la indiferencia. Veinte años después de la Guerra Civil de 1891, el país se reencontraba mirando a su proyecto futuro, y los jóvenes debatían sobre aquello con firme conocimiento del pasado. Sería tan bueno para la patria que propiciemos similar actitud: que los jóvenes emitan su juicio solidario e informado y puedan volar libres hacia el futuro de Chile.


Luis A. Riveros

Universidad de Chile

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