Mario Astorga De Valenzuela

​La ecuación matemática del plebiscito

La mayor parte de los chilenos quiere lo mejor para Chile, los ricos y los pobres, la gente culta e informada y los menos educados, la gente de izquierda, centro y derecha Las diferencias están en los enfoques y prioridades.

No es fácil decidir

Nadie esperaba hace tres meses atrás que tendríamos un plebiscito sobre la Constitución en el mes de abril. Por ende, las reacciones a favor y en contra surgieron primero espontáneamente, luego más sesudamente, pero aun somos muchos para quienes no es obvia la decisión correcta.

​¿A qué fenotipo de chileno responde usted?

La movilización social que estalló el 18 de octubre ha dejado al descubierto distintos fenotipos de chilenos. Ya para nadie debería ser un misterio que el modelo político-económico diseñado en el gobierno militar, aunque ha sufrido algunos cambios importantes en los últimos 40 años, ha ido acumulando detractores a lo largo de los años, en muchos de los cuales, aunque no se conoce la cifra porcentual, ha causado tal desafección con el resto de la sociedad, enojo, rabia, e indignación, que justifica actos vandálicos ( hoy denominados señales contra el sistema) que no hubiesen sido admisibles algún tiempo atrás.

¿En qué estaban pensando?

Contra mi voluntad me veo forzado a escribir para establecer mi posición en relación al plebiscito de abril. Desde que comenzó el estallido social me ha parecido el tema menos urgente, en relación a mejorar la educación, la salud y las pensiones, pero me siento obligado.

​¿Cuántos cupos aseguran la representatividad de las minorías en la Convención Constituyente?

En Chile y en el mundo hemos ido aprendiendo en los últimos años el enorme valor que tiene la inclusión de distintas miradas en la toma de decisiones ya sean políticas públicas, decisiones empresariales o de cualquier índole. El periodo de las políticas públicas decididas en los escritorios de un profesional “preparado” pero sin contrastar con los usuarios y/o beneficiarios quedó sepultado con los malos resultados del Transantiago y la ley de estacionamientos, por mencionar dos casos ampliamente conocidos.