Jaime Hernández



Jaime Hernández

Y no es que no se conozca la naturaleza corrupta de tales actos, pero protegidos con el manto del poder y la complicidad, los autores se auto perciben como invulnerables.

Es el momento de relevar, de resaltar, de resurgir lo que nos convierte y nos caracteriza como seres humanos: la conversación. La que permite relacionarnos, comprendernos y generar vínculos estrechos y estables. Esto es más difícil de lograr por las máquinas y los programas que las sustentan.

No existe claridad suficiente de lo que es una conducta debida o abusiva en un contexto familiar, laboral y educacional. La salud mental sigue siendo considerada como un elemento secundario. Desconocemos el potente rol que cumple el tipo de familia y su entorno en las patologías y abusos.

Esta es la diferencia entre la perseverancia y el maquiavelismo. Ser perseverante nos permite conseguir resultados, nos permite ser eficientes, pensar en largo plazo; ser maquiavélico implica la distancia emocional necesaria para presionar o para tomar decisiones que pueden conflictuar con lo aceptable o lo comprensible

Si en nuestras organizaciones nos permitiéramos conversar más en vez de sólo buscar accionar conductas que nos lleven a resultados, tal vez sería más fácil emular lo que las dos Coreas están haciendo.

En pocos años más los nativos digitales estarán ocupando cargos de decisión en nuestras organizaciones y estarán evaluando como obsoletas nuestras prácticas actuales. ¿Estamos preparados para ello?