Alain Marchant



Alain Marchant

Vivimos tiempos extraños y difíciles en nuestro país. Desde el 18 de octubre y la pandemia que hemos estado girando en un entorno de incertidumbre, desempleo, deterioro económico, inestabilidad social y un desprecio a la institucionalidad y delincuencia en aumento y sin control. Nadie respeta nada, ni la cuarentena, ni el toque de queda, ni a la policía ni a las instituciones.

Comenzamos un 2020 en Chile caliente en todo sentido. Tenemos un clima que se torna más difícil de aguantar, con altas temperaturas, incendios, y al parecer con una sequía que no da tregua. Pero tampoco nos da tregua la situación social y económica del país.

La miopía y la falta de visión me llevó a dejar todo análisis de mercados y proyecciones para abordar este tema. El problema de fondo es que desde la crisis sub prime a la fecha, el gran perdedor ha sido la clase media y los más desposeídos.

No se qué pasó con este gobierno y no se que está pasando con Chile. Lo único claro es que en 10 años, a parte de tener mejores celulares y más banda ancha, mejor no estamos.

Con un paro docente que continúa, economía que no repunta y proyecciones de una posible recesión mundial, las expectativas de crecimiento del Ministro de Hacienda, parecen ser más un deseo y una petición a San Expedito que proyecciones basadas en evidencia económica. 

Chile se ha transformado en un país peligroso para vivir. Sin embargo, no me refiero a los índices de delincuencia, portonazos o robos a transeúntes y turistas incautos. Si bien existe eso, también existe en otros países robos. La gran diferencia es que aquí, a los medios, les encanta la crónica policial, en cambio en otros países eso no es noticia y no aparece en los noticiarios salvo sea algo demasiado relevante, menos en prime time.